Cuando algo muere, algo nace... asi funciona este ciclo inevitable: El colectivo es eterno; el individuo, mortal.

sábado, 23 de julio de 2016

Libertad Vacía


"Y así, tras recoger el signo del Ouróboros, el caballero se dispuso a cruzar la salida del laberinto"


- Para él era evidente que la siguiente etapa de su viaje debería recorrerla sólo. "Fueron buenos tiempos" - se dijo a sí mismo. Pero en aquel pensamiento iba implícita una sangrante melancolía, como un pájaro atrapado durante años en una jaula extrañamente confortable que un día se escapa y descubre que no sabe nada del mundo exterior. Aquella libertad que anheló durante tanto tiempo no significaba nada para él. Aquella ilusión había sido idealizada hasta tan punto que olvidó la soledad.

 El caballero caminó con paso vacilante hacia la salida del laberinto. Lo que durante muchos años fue un enigma tortuoso y a veces insoportable se le antojaba ahora confortable. Al menos sabía cual era su finalidad, conocía su objetivo y las condiciones en las que debía recorrerlo. Ahora, despojado de toda finalidad y de cualquier carga externa, la libertad se le antojaba pesada como un día nublado.

 Al atravesar el portal, cuyo marco exterior estaba tapizado de dolorosos rosales con afiladas púas, empezó a vislumbrar lo que le cabía esperar de su siguiente recorrido, y una sóla palabra inundó su mente mientras las ramas azotaban su cara causádole rasguños y heridas: "Dolor"

 La primera semana de viaje tuvo que caminar horas atravesando un denso bosque de oscura melancolía. Pequeños claros de luz se abrían sobre el camino y a través de ellos el caballero podía observar el cielo despejado, la luz del día fuera de aquella densa maleza. Fue una travesía difícil y cargada de obstáculos que debían ser superados. La puerta del laberinto quedó sellada tras sus pasos, y aunque había sido un largo viaje, sólo podía recordar las afiladas púas que le azotaron durante el final. Ya no recordaba con tanta nitidez las numerosas habitaciones confortables del laberinto: La fuente de aguas claras, el árbol marcado, el mar y la arena... no, sólo podía acordarse de las horribles estancias que también visitó. Sólo quería acordarse de esas. Porque esas no eran tan dolorosas, rememorar aquella discusión con la pared aplastante o su lucha por escapar de los tentáculos absorbentes de la criatura que moraba en la oscuridad fueron sucesos traumáticos, pero al haberlos superado ahora, fuera del laberinto, se convertían en épicas hazañas mientras que los lugares confortables sólo constituían un amargo recuerdo de lo que había dejado atrás.

 El caballero sacudió la cabeza: "No debo pensar en eso ahora" - se dijo a sí mismo - "Debo seguir avanzando con las pocas fuerzas que me vayan surgiendo. No sirve de nada permanecer aquí sentado, lamentándo todo lo ocurrido mientras este espinoso bosque de nostalgia me clava sus agujas".

 Pero avanzar por aquella espesura suponía un esfuerzo mucho mayor y en numerosas ocasiones tuvo que detenerse. Aquella semana fue como una lenta tortura, cada insulto, cada palabra horrible, cada desprecio se habían convertido en las espinosas ramas de aquellos retorcidos árboles del recuerdo, que azotaban su espalda a intervalos irregulares mientras caminaba. "Todo esto es tan difícil" - se decía a sí mismo. Ciertamente lo estaban golpeando duramente y en más de una ocasión se derrumbó completamente. Si tan sólo la Dama Carmesí pudiese ver el estado en el que se encontraba en ese momento su campeón, sumido en el más profundo bosque de la desesperación y la melancolía... pero no podía verlo. Había quedado atrás en el laberinto, tomando otra salida a otro punto de su propio laberinto de dolor y sufrimiento. Ya no caminaban juntos, aquella era la única certeza.

 "¿Cuándo llegará el final?" - se decía el caballero. Realmente cualquier final le habría sido válido en aquel momento, tanto encontrar la salida al bosque como a su propia vida. Pero el bosque era muy denso y, aunque perdido ahora, el caballero deseaba seguir adelante. Nada atravesaba la espesura de los árboles que se aglomeraban en apretadas filas a su alrededor. Sólo la sombra que estos proyectaban sobre el camino. Las sombras del recuerdo y la melancolía.

 "Es lo mejor, es lo mejor. La decisión era obvia pero... ¿por qué duele tanto?" - se preguntaba el caballero en su lenta agonía. Se dice que lo que no te mata te hace más fuerte, pero de lo que nunca nadie habla es del proceso de fortalecimiento que esto conlleva, que es largo y está inundado de sufrimiento y desesperación. Y en ese momento, es el proceso lo único que el caballero podía vislumbrar. Su futuro estaba velado por los árboles del recuerdo.

 Pero era incluso peor. Le hubiese gustado tener algo a lo que agarrarse, pero quienes podían haberlo acompañado en su calvario estaban ocupados con sus propios problemas. El caballero estaba más sólo que nunca. "Demasiada libertad" - se decía a menudo - "¿De qué sirve la libertad si no tiene ningún propósito que la llene completamente?". Era perfectamente consciente de lo que había perdido y sin embargo se encontraba en un equilibrio amor-odio que le impedía recuperar lo perdido. En más de una ocasión pudo dar media vuelta y volver con la Dama Carmesí, pero no lo hizo. Tenía las mismas razones para volver que para seguir adelante. Y mientras pensaba en estas razones, sus piés avanzaban en una cadencia inapreciable, alejándolo cada vez más de un posible regreso.

 Así fue como la marcha ineludible del caballero lo alejó del regreso durante la primera semana, adentrándolo en un bosque de incertidumbre. Era libre para seguir el camino que quisiera, pero ser libre nunca había sido tan difícil. Nunca tuvo que pagar un precio tan alto por su libertad.


 Y en uno de los pocos claros donde se filtraba la luz y los árboles no podían alcanzarle con sus afiladas ramas, en la aparente calma de aquel lugar, el caballero escribió un juramento:


 "En honor a esta penosa marcha, al dolor de este primer romance marchito, juro solemnemente que jamás volveré a caminar de la mano de nadie que no lo merezca desde el primer momento. No volveré a engañarme con expectativas vanas: Caminaré con mi alma gemela o lo haré sólo..."

lunes, 18 de julio de 2016

Crónica Final III


Epílogo del primer romance


No funcionó. Es curioso, yo mismo intenté prevenirme este final. Sabía que estos días no eran más que un espectro, el punto de inflexión de la inescrutable cadena del destino que une pasado y presente. En el argot wiccan podría decirse que estos días han sido el preámbulo de un giro del sino. He puesto de mi parte, pero si dos piezas de puzzle no se esfuerzan por encajar el esfuerzo de una de ellas es inútil. Todos a mi alrededor han aceptado el hecho con una fría calma cuando lo he comentado. Como si lo esperasen. Como si ya estuviese escrito de algún modo, en algún plan.

 Por supuesto hemos intentado quedar bien, pero es difícil ocultar los roces previos a la despedida final. Los desencadenantes cortan como cuchillas y ni siquiera una despedida melosa puede suturar las profundas llagas que quedan. Cuando el odio domina el presente, el futuro lamenta sus heridas.

 No hay mucho más que pueda hacerse. Ya desde Enero no queda sino un cadáver de lo que en otro tiempo fue una relación. Volviendo la vista atrás, realmente me doy cuenta de la cantidad de veces que discutimos, y cómo la Dama Carmesí lejos de apagar sólo era capaz de echar más leña al fuego. Soy una persona muy temperamental a pesar de la enorme paciencia que tengo. En mi entorno todo el mundo tiene claro que esta aventura era absolutamente malsana. Tu media naranja debe ser aquella capaz de escribir una tregua en medio de la batalla, no la que encienda los cañones. Mejor ahora, sin hijos, sin compromisos, sin asuntos serios compartidos. Mejor ahora que aún podemos ser libres.

 No deja de ser llamativo no obstante que, pese a ser una persona nueva en el tema sentimental y por lo tanto carente de cargas emocionales previas, la Dama Carmesí haya sido incapaz de tratar conmigo. Toda esta relación se basó en discusiones sobre cómo ella cree que deben ser las cosas. Me ha sorprendido enormemente el punto de vista de mi padre en este punto. Para que el lector vea hasta qué punto las ganas de intentarlo y el amor ciegan a una persona: No cree que haber estado estas dos últimas semanas tan pendiente de ella haya sido algo correcto por mi parte. En su opinión, denota posesividad por parte de la otra persona. Ahora que esto ha terminado por fin estoy conociendo la opinión de mi familia, y realmente me está sorprendiendo hasta qué punto no aprobaban ciertas cosas que la Dama Carmesí demandaba. No les pareció nunca bien que se enfadase conmigo por no tener contacto uno o dos días. Al parecer es algo normal en cualquier pareja, por mucha distancia que haya entre sus miembros. Algo que también me sorprendió es que me hayan dicho que, en relación con las veces que ella venía a pasar unos días con mi familia, yo iba muchísimo más a ver a la suya.

 La verdad es que yo conozco a toda su familia desde hace más de 2 años mientras que ella a una parte de la mía la conoció hace apenas un año. Suelo ser bastante analítico cuando se trata de mi vida, pero los temas sentimentales anulan mi mentalidad ordenada. Quizá por eso siento que he pasado estos cinco años en una burbuja de paciencia mientras esta relación era una furiosa tormenta que todos veían. Todos menos yo, lo cual es muy triste.

 Han sido cinco años de ceguera. Quizá salvando el primero, aunque también es cierto que al comienzo yo hacía todo lo que ella quería. Intentaba ser el mejor, pero eso no dura siempre. La vida no gira en torno a una persona (como ella siempre quiso), sino que está compuesta de parcelas que merecen igual o superior atención. Esto es algo que ella nunca entendió. Ella, por su carácter inestable, nunca estuvo al mismo nivel que mi familia o que mis estudios. Siempre demandó protagonismo en mi vida, un protagonismo que jamás respaldó con seguridad.

 Nadie construye su vida sobre unos cimientos quebradizos, eso es una locura... ¿Cómo iba yo a basar mi vida en ella cuando su personalidad era tremendamente volátil? Todo a su alrededor, cada persona, cada suceso, podían alterar su percepción del mundo y de la relación. ¿Qué lleva a una persona a pensar que nadie va a ponerla en el centro de su vida con semejante inestabilidad?

 Esto son sólo algunas reflexiones. No necesito realmente autoconvencerme de nada, ha sido bonito mientras duró, pero la solidez de las bases de esta relación nunca pasó del rango en que se encuentra cualquier amor de verano. Efusividad e intensidad a cambio de inestabilidad y volatilidad.

Realmente sabía que esto ocurriría. Algo me lo decía, pero me aferré a la ilusión de que aún podía salvarse. De que aún podía prender fuego a una hoguera que se extingue. Me equivoqué, y ahora sólo me queda ser la roca que asedia el círculo de la voraz hoguera. Un corazón de roca y piedra es lo único que puede salvarme del ardiente dolor y de la quiebra emocional en este momento de necesidad. Sólo eso me resta...


Seré como la roca que contiene las ascuas de esta hoguera que se apaga, hasta que sólo las cenizas sean testigos mudos de que un día fueron llamas...


lunes, 4 de julio de 2016

Crónica Final II


La eterna rueda del destino sigue girando


He jugado mis cartas. No sé si he ganado o con el tiempo habré perdido, pero no soy partidario de malgastar una escalera de color. Yo deseaba ver a la Dama Carmesí, era necesario porque sólo cuando me mirase a la cara averiguaría su verdadero deseo interior. No es fácil, no ha sido fácil, y sinceramente no sé si esto es realmente lo que yo deseaba, pero tengo un corazón noble y piadoso.

Quizá esté mal que lo diga yo mismo, a fin de cuentas no es sensato lanzarse odas a uno mismo. Pero no considero que tenga un corazón malvado, si bien en ocasiones he descubierto que mi lado oscuro existe y está caracterizado por una crueldad fría y despiadada. Cuando una decisión se toma en contra de mi voluntad, me viene impuesta, exijo que se me diga a la cara. Yo no acepto juegos, no acepto bromas jocosas con mi paz interior. No acepto las decisiones autodestructivas. Las cosas se hablan.

 Espero no volver a encontrarme en la necesidad de recitar versos duros, aunque evidentemente esto no es más que otro ciclo aunque nada cambie aparentemente. Nada cambia pero cambia todo. No hay cheques en blanco en la vida, todo tiene consecuencias. La sociedad occidental está caracterizada por una aceptación selectiva de la libertad: Nos gusta ser libres pero odiamos hacernos cargo de las decisiones que tomamos. En esto, algunas personas tenemos la valentía de aceptar el castigo que se nos impone por nuestras decisiones erróneas y exigimos lo mismo de los demás. Se nos tacha muchas veces de incompasivos pero... ¿Qué puede ser más compasivo que mostrar a los débiles el camino a la autosuperación? No se trata de apiadarse hoy de ellos y llevar su carga, como tanto nos ha machacado la sociedad democristiana con esta idea. No hay que "cargar la cruz" de nadie, hay que animar a los demás porque ellos también pueden hacerlo sólos.

En efecto, yo he luchado por lo que deseaba. He luchado por saber, por llegar a ser mejor. Estoy luchando contra mis propios demonios en este momento. No es fácil cambiarse a uno mismo, y si bien la personalidad de cada uno no puede cambiarse porque no sería lícito, las costumbres pueden reorientarse. Pero exijo lo mismo de los demás, no soy el único que debe dar pasos hacia adelante.

 Este tipo de historias son cosa de dos personas, cada uno es protagonista y actor secundario al mismo tiempo. Nadie es imprescindible, pero sin uno de los dos la historia toca a su fin. Esto funciona así.

De momento, este simulacro de soltería ha empezado a darme las primeras lecciones sobre mí mismo. No debo subyugar mi bienestar al de otras personas, ni debo perder más tiempo del necesario en cosas que no me reportan nada. Me he planteado dejar de hablar de política por Facebook, no porque considere mi opinión errónea o poco aceptada, sino porque estoy descubriendo que no me importa. Es una decisión que tomamos cada 4 años y no tiene sentido darle vueltas durante el transcurso.

 Por lo demás, no puedo decir que esté descontento. Pensé que la historia había acabado, pero no ha sido así. Al menos no de momento. Dejaré que el tiempo me juzgue por mis acciones y omisiones.


 "Contra todo pronóstico, decidimos añadir un capítulo más a esta historia. Sólo el tiempo dirá si será el epílogo de esta novela o el prólogo a una nueva edición. Que el tiempo me juzgue por mis acciones y omisiones, que el tiempo decida el sentido de estos versos..."

domingo, 3 de julio de 2016

Crónica Final I


Hoy es un día clave


Hoy comienzo esta crónica que me servirá de autoayuda. Canalizar el dolor mediante la pluma, mientras mis dedos teclean frenéticamente mi alma se desprende de esta pesada carga.

Sólo pido la entereza necesaria para rubricar el final, así como tuve la valentía de abrazar el inicio y dar una oportunidad a todo aquel que la mereció. Si por algo se ha caracterizado mi vida es por hacer alarde de un concepto de justicia frío y equidistante. No hay corrección política ni en mi pluma ni en mi voz. Considero la corrección política un cáncer para la expresión artística.

 Esta historia de la que escribo hoy esta crónica, como rúbrica final, comenzó hace cinco años. Qué digo cinco, siete si contamos todo contacto previo con la Dama Carmesí (este es el nombre con el que me referiré a ella en sucesivas entregas, como protección a su intimidad). Los inicios no fueron fáciles y estuvieron especialmente marcados por el rechazo. Muy a colación de esto, aprovecho para refutar en lo que a mi concierne aquello de "los extremos se atraen". Hubiera sido bonito que ese mantra hubiese acompañado mi vida, como un gesto poético de rebeldía ante el destino. Pero no ha sido así, y cuando llega el final de una historia así lo hace también la credibilidad de sus versos.

 La Dama Carmesí ha sido como un tenue reflejo de inspiración en un lago claro, fuente de inspiración que ha sobrevolado este blog desde su creación. No siempre fue para bien, pero fue una presencia inspiradora sin lugar a dudas y de eso debo dejar constancia. Mi concepto de justicia, como dije antes, es frío y equidistante, incluso en aquellas situaciones en las que me perjudica.

 Todo comenzó con un tenue rechazo. La Dama Dorada (esta es otra persona importante para la historia, nuevamente en anonimato) fue una de las principales artífices de que ese rechazo se convirtiese paulatinamente en atracción. Su amistad también fue muy importante para mí, pero si algo me ha demostrado la vida es que muy poca gente permanece al lado de alguien como yo en la adversidad. No fue la excepción. Pero volvamos a la crónica. La Dama Dorada fue la principal artífice de la amistad con la Dama Carmesí, pero ciertamente la posterior atracción fue producto de nuestra propia cosecha. Fue todo muy fugaz, apenas puedo recordar qué provocó el desenlace. Eso me recuerda que la primera ocurrencia de la "Dama Carmesí" al confirmar que estábamos juntos fue escribírselo en SMS a su ex (nota para mí en el futuro). Es cierto que en algunos momentos la apoyé en situaciones delicadas, pero conforme avanzaron los años me he dado cuenta que la mayor parte de lo que le ocurrió probablemente no fue fortuito. Claro siempre tuve tendencia a creerla a ella, a tomarla como un ser desvalido en torno al cual se cernían los males del mundo de modo injusto. Hoy puedo decir que eso no fue exactamente así, que las personas atraemos la desgracia con nuestros actos, con nuestra falta de seriedad, con nuestra frivolidad y con nuestro egoísmo.

 Yo era primerizo. No es fácil reconocer esto, pero mi vida sentimental fue un desierto absoluto hasta conocerla a ella. Volviendo la vista atrás, no sabría decirle al lector qué es más desolador: Si aquel desierto de arenas solitarias o las ruinas que han quedado tras esta relación. No sé si volveré a amar y de ser así la persona tendrá que ser muy especial, esta vez sí. No necesito que sea perfecta (como se me ha demandado a mi durante estos cinco años). Soy un enemigo de la perfección, la perfección es aburrida, fría, estática... mortecina. No, no necesito a una persona perfecta, es suficiente con una persona que sea especial para mí. Una persona con la que yo sea feliz, a la que mis peculiaridades no le parezcan "frikis", a la que no le importe lo que digan los demás, que tenga sus propias particularidades y no sea un maniquí estereotípico de lo que debe ser una chica "cool" moderna.

 Quizá algún día. Esta vez no voy a forzar las cosas. He aprendido mucho de esta relación en relación a lo que yo quiero... a lo que necesito en mi vida. Sé que lo pasaré mal los próximos días, meses o años. Creo que me dedicaré al estudio y a arreglar otros campos deficitarios de mi vida. Ahora que la Dama Carmesí se ha ido, puedo volver a cuidarme a mi antojo cuando esté preparado, sin tener esa sensación de que soy el único que se esfuerza por estar sano y resultar atractivo físicamente. Todo vendrá rodado desde ese punto, desde el punto en el que me consagre a mi propia salud y a mis estudios. Algún día recogeré los frutos de estas empresas, pero eso es material para otra entrada.

 Mi padre siempre me dijo, ya desde el primer día, aquello de "Primer amor, primer dolor". Siempre lo consideré un agorero por ello, pero ahora que soy libre de nuevo caigo en la cuenta de que tiene 30 años más de experiencia que yo en la vida. Tampoco busco que "me lluevan las mujeres", en eso sigo pensando que se equivoca. Prefiero calidad que cantidad, me vale una sóla mujer inteligente y culta a la que le resulte igual de divertido dar un paseo a la luz de la luna que sentarse a echar una partida a la consola con su novio. No necesito estar rodeado, no me siento un "Dandy" ni he pretendido nunca serlo. Incluso aunque me ponga en forma no me sentiré un "Sex Symbol" y, de hecho, me repugna la idea de rodearme de chicas de buen ver que no sean más que carcasas vacías amantes del espejo y la ropa. No, una persona con la que comartir tu vida debe como mínimo compartir tus inquietudes.

 Así, cuando todo esto comenzó, me doy cuenta que ya estaba destinado a fracasar. Quizá sea mejor un corazón herido que toda una vida encadenado. Quién sabe...

 Lo que sí es cierto es que fueron buenos años, lo pasé bien en el plano vital y sobretodo aprendí que una mujer puede quererme con pasión. Mis probables fallos son bastante sencillos de remediar: Basta con conectar de verdad con la próxima persona. Sentirme no sólo abrazado y besado, sino también comprendido, unido... basta con que ame mi vida con esa persona igual que amo mi vida en solitario. He comprendido que, si bien la primera impresión es importante, no lo es menos todo lo que viene después. He bajado mucho el listón (o subido, según como se mire), ya no sólo deseo a esa idílica mujer bonita por la que todo el local babea, sino a una persona con la que pueda hablar de cosas que me apasionan sin que ponga el "Standby" porque le resultan aburridas, una mujer con la que pueda conversar de muchas cosas, una mujer con la que soñar, con la que hipotetizar. Una mujer inteligente, culta, amante de los debates, con opiniones formadas hasta sobre los temas más inverosímiles, una mujer con la que pueda vivir mi vida y formar una familia, con la que yo esté a gusto.

 ¿Y si esa mujer no existe o nunca llega? ¿Qué? Bueno, dudo que no exista alguien que cumpla alguno de estos mínimos en todo el país (o en el mundo). Pero si nunca diese con ella, tengo familia. Cultivaré amistades adecuadas a mis inquietudes. No estoy sólo, vivir sólo no implica estarlo. Es cierto que la vida pasa, pero en la sociedad moderna ya no hay un único modo de concluirla.

 Fueron buenos años, pero el final de esta cronica estaba predestinado. Agradezco de corazón a todas las personas que mostraron su escepticismo desde el primer día, pero tenía que probarlo. Tenía que probar esto, tenía que llevarlo hasta su máximo apogeo independientemente del final. No me arrepiento de nada, ni siquiera de que me hayan hecho pedazos el corazón tantas veces jugando con el "hemos terminado" que al final quedaba en nada. No me arrepiento de haber muerto cada vez que todo parecía acabarse, hasta que cuando se ha acabado de verdad he respondido con la misma frialdad que un cadáver. Porque es eso lo que soy, un cadáver sentimental producto del chantaje emocional, del capricho ajeno y de la falta de seriedad. Si, han jugado conmigo, este corazón ha sido objeto de los malabarismos más insospechados, más inverosímiles. Pero se acabó y en el mejor momento, ya que ahora puedo afrontar esto con la coraza de tantas veces falsas. De tantas soluciones extemas a problemas sencillos. De tanta frivolidad a la hora de tratar las discrepancias, de tanto desprecio...

 Hoy es un día clave. Esta tarde firmaré la crónica de una historia, el final de este bolero de altibajos. Lo haré con la verdad por delante, sin rencores ni reprimendas. No hay vuelta atrás, al menos no para mi. Soy una persona seria pero, sobretodo, soy una persona libre. Y la libertad es algo que ninguna persona tiene derecho a quitarme bajo ningún tipo de chantaje o amenaza.


Continuaré esta crónica cuando me vea con fuerzas para ello, tras afianzar esta nueva etapa. No me importa lo que piensen los demás o a quien culpabilicen de la ruptura. La sociedad es prejuiciosa, distante y está llena de estereotipos. No soy yo quien decidió acabar con esta historia. Me han dejado, si, y lo digo con un enorme orgullo. Lo digo con dignidad pese a mi enorme pesar. Porque es la otra persona la que ha perdido algo, es ella la que tomó esta decisión peregrina ante un problema realmente sencillo. Y ahora ha perdido a un hombre leal, que jamás la utilizó, que siempre fue justo.

 La sociedad es libre de elaborar intrincados razonamientos para defender a la parte que creen más débil. Porque la sociedad es débil, a la sociedad no le gustan las personas que escriben este tipo de versos de superación. La sociedad es envidiosa. La sociedad nos quiere ver aplastados y dolientes.


 Pero eso no va a ocurrir. No en este caso:

"Y resurgiré de este manto cenizo como un fénix que se eleva más alto aún. Si antes alcancé el cielo, ahora ascenderé hasta las estrellas..."

sábado, 2 de julio de 2016

Ouróboros


- Hoy quiero hablarles de esta palabra, en una metáfora directa a lo que espero de la vida. Este blog sigue esta filosofía milenaria incluso desde antes de que lo inaugurara allá por el 2012, con su encabezado que reza "Cuando algo muere, algo nace...". El ouróboros representa un lagarto, serpiente o dragón que engulle su propia cola, en una referencia clara y directa a un círculo. El círculo representa la continuidad absoluta, el ciclo inevitable, el destino. El Ouróboros se ha hecho presente hoy más que nunca en la vida de este caballero de pluma y tintero, su humilde servidor. El que escribe estas líneas.

 Avanzando por senderos cada vez más oscuros, una mazmorra impenetrable, la búsqueda de una compañía para la eternidad, encontré sin embargo al final del camino una serpiente tragandose su propia cola. El final que anuncia un nuevo comienzo, la destrucción que deja paso a una nueva creación. Soy libre, si, pero el precio a pagar es la soledad, el duelo y la incomprensión. Tal es la voluntad del laberinto, de la mente y del corazón.

 Durante todos estos años viví una quimera, inocente de mí creí que el ciclo próximo sería el definitivo. Pero me equivocaba y en gran manera... ¿Cómo describir lo que llevo padeciendo este último año? ¿Cómo describir el látigo serpentino que me azotaba anunciándome, ya desde enero, que se acercaba el final de este ciclo? Si algo me ha demostrado esta situación es que nada es eterno, todo muere para dar comienzo a nuevos ciclos. Cada momento, cada vivencia, cada logro no es más que un pequeño ciclo dentro del gran ciclo de la vida que se cerrará cuando llegue su momento.

 No sabría decir si el caballero estuvo triste o alegre de contemplar esa serpiente enroscada. Por un lado, su oquedad central anunciaba la fría muerte de una historia, la rúbrica final de un poema, la portada de una leyenda. Por otro lado, su circunferencia le indicaba que todo volvería a empezar, que habría más oportunidades. Que aquello no era el final (¡ni mucho menos!), que sólo era otra lección más de su larga vida...

 Y así, hoy el caballero abraza nuevamente en mi nombre el signo del Ouróboros, ese círculo eterno y vicioso que evita el final pero destruye cada historia. No puedes ver la cola del reptil, pero si la cabeza que la engulle, anunciando con mirada viperina que la historia se repetirá irremediablemente. Así debe ser, pues así está escrito.

 Historias de soledad y compañía, historias de libertad y plenitud. Historias que se suceden una a la otra como extremos apegados a un ciclo ignoto, pero de leyes universales. Hoy vuelvo a estar sólo, pero el Ouróboros anuncia que no será para siempre. Nada es para siempre. Ni los familiares que he perdido, ni los sueños que he cumplido, ni las promesas que me han hecho. Todo muere, pero al mismo tiempo, todo nace. Un ciclo eterno que pesa sobre todos los mortales como una pesada cadena que arrastramos dolosamente, pero que de algún modo nos mantiene unidos a la vida.

 Hoy es un dia triste para mi, pero no durará. La serpiente anunció este ocaso, y también un nuevo amanecer. Pronto todo cambiará, con el nuevo ciclo. Y así será hasta que el caballero envejezca y su pelo se halle nevado por las nubes de la edad. Así será hasta que el caballero quede sólo o deje sóla a otra persona... si la dama de cabellos ardientes y mirada plateada no era la indicada, ¿Quien será? ¿Cuándo llegará? ¿Cómo lo hará?

 Eso piensa el caballero, mientras se quita su yelmo y envaina su arma. Mientras prepara el escudo para resistir el empuje de la depresión y la soledad. Eso piensa el noble caballero mientras recoge la llave de la oscura mazmorra que un día fue clara, donde un día se elevaron árboles de hojas rosadas y hoy sólo quedan las retorcidas raíces de aquel árbol donde rubricó su amor con la punta de su hoja. Y en ella pudo leer su realidad:


 "El Ouróboros... el ouróboros nos dará un inicio, así como hoy dió muerte a este ciclo. El Ouróboros proveerá. Nada muere para siempre, nada vive para siempre. Pero en esa alternancia, el ciclo se vuelve eterno. Hasta que el ciclo mayor termine. Tal es la voluntad eterna y cíclica del Ouróboros..."