Cuando algo muere, algo nace... asi funciona este ciclo inevitable: El colectivo es eterno; el individuo, mortal.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Empatía Salvaje


- Hoy es un gran día para mi. Muy grande si, porque me he dado cuenta de cosas muy importantes. He visto una luz importante en mi vida, y aunque sólo recuerde esto de mi carrera en el futuro, es lo suficientemente brillante como para considerar que ha merecido la pena. Una luz importante para todo veterinario que se precie es, como bien indica el título, entender que los animales (especialmente los mamíferos) son seres vivos como nosotros. Si bien no piensan sí que pueden llegar a sentir empatía en diferentes grados y desde luego sufren. Y no merecen el trato que en muchos casos se les dispensa. He comprendido que ser humano significa entender que no somos los únicos elegidos por Dios para caminar sobre la tierra, que hay muchas criaturas vivas como nosotros.

 Entender que sentir empatía no sólo por los miembros de mi especie, sino por el resto de mamíferos no me convierte en un animalista loco, sino en un ser mucho más humanizado.

 ¿Cómo ha ocurrido? En mi caso por pura terapia de shock. He comprendido con qué tipo de personas convivo a diario, cómo piensan (tratándo a sus mascotas incluso como juguetes reemplazables). He comprendido porqué no aprobé que mi novia adoptase un perro, y sin embargo lejos de despreciarlo le he ido cogiendo cariño al animal a pesar de verlo poco. En el fondo tenía miedo, porque siempre he sabido que una mascota es un ser vivo sintiente, y yo no soy lo suficientemente responsable para hacerme cargo. Siempre me aterró la idea de tener mascota por esta razón. Que sufra por mi culpa.

 Yo soy cristiano. Siempre lo he sido, además de verdad. Tengo fallos, pero corrijo. La vida de cualquier ser vivo tiene valor para mí, porque eso es lo que predica la religión original que profeso. Quizá haya sido alienada con los siglos por la Iglesia, pero tiendo a no guiarme por otros mortales. Para mi la vida de un animal, especialmente las mascotas, tiene un gran valor. No son juguetes.

 Y posiblemente, aunque la Iglesia quizá me excomulgaría por decirlo, posiblemente los animales también tengan almas menores. No iguales a las de un ser humano, pero sí almas. Y particularmente las mascotas mamíferas que tanto tiempo pasan con nosotros y tantos milenios llevan haciendo compañía a nuestra especie, sean las que más parecida tengan su alma a la nuestra.

 Al resto de animales de renta no puedo darles tal grado de empatía (aunque sí entiendo que sufren, y por tanto su sufrimiento debe reducirse al mínimo necesario para cubrir las necesidades humanas), pero a los animales de compañía sí que les reconozco tal empatía.


 Por eso llegar a mi casa, sentarme a contarle a mis siempre ambigüos padres mi ética sobre los animales y mi falta de comprensión del trato que algunos dueños dan a sus mascotas, y encontrarme con críticas a mi persona y palabras sobre "mi ignorancia" ante una empatía que ellos consideran absurda, me apena terriblemente. Mi padre particularmente considera "juguetes" a las mascotas. Sencillamente brutal. Y su única forma paupérrima de entenderme es pensar en que lo hago en defensa de mi trabajo. Por ganar más dinero. Mi padre opina que mi ética en contra del sufrimiento y contra la "eutanasia por comodidad" es con ánimo de lucro. Bárbaro.

 Pero es bueno saber con el tipo de personas que convives. Bellísimas cuando se trata de semejantes, pero crueles y despiadadas con respecto a los animales. Aunque debo agradecerles que tal vez gracias a esa tajante determinación en contra de una ética que yo considero "humana", gracias a que me muestren la monstruosa ética para con los animales que tienen muchas personas desgraciadamente, tal vez gracias a mi visión de ese relativismo moral tan sangrante que me han mostrado hoy mis propios padres, gracias a ello, he visto la luz. A veces debes girar la cabeza hacia la oscuridad del túnel que dejas atrás para ver que estás mucho más cerca que otras personas de la luz.


 ¿Sabes querido lector? He tenido enormes discusiones con antitaurinos, por poner un ejemplo. Enormes. Y hoy, me siento imbécil por haber defendido un punto tan hipócrita como aquel. Mención de agradecimiento a mi padre, que comparándome a las mascotas con el toro de lidia para mostrarme mi hipocresía, lo ha conseguido. He sido un hipócrita, y si para defender una postura más empática y humana con los animales he de abandonar ese pensamiento tradicional, que así sea. No digo que debamos hacernos todos vegetarianos, he visto varios mataderos y aunque durante muchos años me he negado a mi mismo las diferencias abismales entre una corrida y un matadero, he de decir que ahora las veo. No considero al toro de lidia más inteligente que a un perro, ni lo pongo a la altura de un ser humano. Pero sí reconozco que sufren, y mucho durante el festejo. Soy capaz de empatizar con ellos a ese nivel hoy, y de decir que nada tiene que ver la descarga de insensibilización que se da a las reses en matadero con la insensibilización por adrenalina y cansancio del ruedo (suponiendo que el sistema nervioso del toro de lidia decida evitar un dolor innecesario y apague los nociceptores).

 Por desgracia, nada me habría gustado más que poder defender el valor de la vida de un animal de compañía (perro o gato) sin tener que opinar sobre otros animales como el toro de lidia. Pero mi padre hoy me ha demostrado que, si tienes un pensamiento poco consistente en algunos puntos, puede acudir a él para quitarme la razón en otra cosa. Por la lógica reflexiva que me da el hecho de haber nacido en esta especie, debo formarme una opinión sólida en todos los sentidos. Y por eso me veo obligado, por simple racionalidad, a adoptar una postura similar para el toro de lidia. Asi que sí, el toro de lidia sufre y sí, las corridas de toros están mal (al margen de la tradición).

 Seguiré aún así con mi política de no censurarlo, no diré que deben prohibirse ni me pintaré de rojo delante de una plaza de toros. Lo que hoy ha cambiado es mi ética interna personal, que ha pasado de aprobar la tauromaquia por ser tradicional a desaprobarla por empatía hacia el animal.


 Nada me hubiese gustado más que poder poner todos mis principios en consonancia, pero después de que mi padre me diga que "me estoy volviendo tonto en la carrera" por opinar que los animales, igual que las personas, tienen una valiosa vida y que hay que empatizar con ellos, ha ajustado las piezas de mi puzle mental en consonancia. Y creo que del modo más sabio posible.

 Porque no tendría sentido que como veterinario... no, como ser humano racional, considerase una "fiesta divertida" las corridas de toros y una crueldad que unos niños metan un gato en una caja y le peguen una patada, ya que los niños también se divierten haciendo eso, y el animal también sufre.


 Para mi ha sido un gran paso personal que creo, me ha hecho mejorar como ser humano y salir de la ambigüedad previa. Y si esto debe ser llamado "deformación profesional", mejor que sea hacia la humanización personal. Comprender que no somos la única especie sobre la tierra nos hace más sabios, como en su día nos hizo más sabios reconocer que la tierra es redonda y no plana.

 Muchos adultos de hoy morirán sin saber que la tierra es redonda, y sin reconocer la diversidad de seres vivos que habitan la tierra CON nosotros, y no PARA nosotros.


 Ya ocurrió en tiempos, y hoy se dice que esas personas se quedaron en la edad media.

 Muchos en este nuevo punto se quedaran en el siglo XX. Ojalá no fuese así, pero así es. Cada uno elige en que siglo vivir y cuando dejar de adaptarse.


"Nada se puede enseñar a quien ya no quiere aprender"


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