Cuando algo muere, algo nace... asi funciona este ciclo inevitable: El colectivo es eterno; el individuo, mortal.

domingo, 9 de junio de 2013

Susurros Oscuros I


- Bueno, en vistas a que llevo unas entradas muy tristes posteadas últimamente sobre mi vida, creo que voy a hacer algo que siempre quise hacer. Verás, querido lector, no es un secreto que una de mis mayores pasiones son los videojuegos, pero sin duda esto es algo muy genérico. No cualquier videojuego, sino los de género RPG. Y no cualquier RPG, sino los que componen la gran saga The Elder Scrolls. Concretamente 3: Morrowind, Oblivion y recientemente Skyrim.

 De morrowind ya escribí hace un tiempo un poema sobre Lord Indoril Nerevar, el héroe que encarnas en el mismo, pero ahora me gustaría hablar de un personaje creado íntegramente por mí y tan genial que aún me sorprende que pudiese salir de mi cabeza. Realmente lo pasé en grande con el, y orgullosamente diría que es el Rol que siempre he tenido en los juegos de esta saga desde Oblivion.

 ¿Por donde empezar? Bueno, creo que lo más acertado sería introducir primero al lector en el conocimiento de la familia bretona Shadowsmith ("Forjasombra"), pues su sangre corría por mi personaje y sus descendientes. Los Shadowsmith fueron una familia bretona originaria del continente salvaje de Akavir, aunque se cree que emigraron como todos los bretones desde Roca Alta, solo que esta emigración a diferencia se produjo hacía muchos años en el caso de esta familia, allá por la época de Jagar Tharn y el simulacro imperial durante la segunda-tercera era, y propiciada precisamente por la decadencia provocada en el imperio a causa del engañoso mago usurpador.

 Poco se sabe de sus orígenes o de cómo les fué en el continente de Akavir. Lo que si puedo contaros es que esta familia de mi invención ha estado siempre muy ligada a la oscuridad. Al príncipe demoníaco "Molag Bal" y al vampirismo en general, aunque en principio contraer la enfermedad fue simplemente una estrategia familiar para beneficiar su situación en Akavir. En aquellos tiempos la vida en Akavir no era fácil, y esto se manifiesta por las contínuas luchas entre los humanos y los nativos de Akavir: Una sociedad de serpientes antropomorfas y vampirescas que se alimentaban de humanos que cazaban. Pero lo hacían de manera tan abierta e impudorosa que los humanos que habitaban Akavir se cansaron de ellas y les declararon la guerra abierta.

 La guerra contra los Akavir duró años, y no es un secreto que la familia Shadowsmith combatió contra ellas. En algún momento uno de sus miembros contrajo la Hemofilia Porfiria, tambien llamada "Saines Sanguinus", y lo que en principio parecía una maldición enfermiza pronto se tornó de vital importancia gracias a las capacidades sobrenaturales que el vampirismo confirió al afectado, que animó al resto de la familia a buscar el contagio para, con aquel don de Molag Bal, luchar con ventaja contra las malignas serpientes que intentaban esclavizarlos.

 Precisamente a finales de esta guerra, en uno de los fuertes fronterizos al norte con Skyrim, el último miembro de la familia Shadowsmith luchaba aún por mantener el dominio de la humanidad junto a otros humanos de Akavir. Los cuchillas estaban muy ocupados por aquella época sirviendo de guardaespaldas al emperador Septim, y con ellos se había ido una gran parte del poderío militar de los humanos Akavir. Tan sólo miembros aislados permanecían defendiendo aún fuertes como aquel.

 Aquel Shadowsmith no recordaba su nombre cuando despertó. Recordaba que había sido soldado y había luchado hasta perder el conocimiento en el fuerte. El último ataque que recordaba de las serpientes Akavir había sido brutal y devastador, sobrepasando su capacidad defensiva por mucho. Recordaba como al Capitán Sungard lo habían degollado delante suya, y bebido su sangre. Recordaba  como habían atravesado el pecho de su compañero de escudos, un nórdico llamado Hjaldir. Recordaba en definitiva como uno por uno sus compañeros del fuerte habían sido masacrados. Aparentemente todos menos él. El sólo sintió un fuerte golpe en la cabeza mientras se refugiaba en la atalaya oeste. Era extraño, ya que se aseguró de que nadie lo había seguido hasta allí...

 Pero nada de eso importaba ahora, no. Ahora estaba sólo.

 Ataviado aún con sus ropas de soldado Akavir, tan sólo una capota y ropas raídas, se levantó en medio de una tundra fría. Pero no tan fría como Akavir. Aquello era soportable. Era de noche, y bajo la luz de la luna pudo contemplar el óxido de su espada y su hoja mellada. Lamentablemente hacía mucho que su familia apartó el vampirismo de sus vidas por ser considerado poco honorable.

 Una de tantas estupideces sobre el honor de la familia. A todo esto... ¿Qué familia? Ni siquiera lo recordaba a decir verdad. Sólo estaban ahora el, un sin nombre, y una espada mellada. Qué bien le habría venido el poder para detectar la sangre de las criaturas vivas para cazar algún animal en ese momento. Pero sus padres, su familia, desterraron hacía años el vampirismo de sus vidas y nunca consintieron que sus hijos lo contrajeran. Según ellos, "ningún poder podía compararse con la tranquilidad de un sueño reparador". Era cierto que su abuelo, un viejo aún "enfermo" de vampirismo, se levantaba muchas noches entre sudores fríos y terrores nocturnos. Y esa era sólo una de las razones que su familia directa argumentaba para abandonar el vampirismo y negarse a él.

 Si le preguntasen ahora mismo a aquel joven ataviado con harapos y con las heridas de la guerra tanto físicas como emocionales latiéndole aún con fuerza y sin saber ni donde estaba, probablemente este habría considerado estúpida la pregunta. El joven vagó durante largo tiempo, varias primaveras malviviendo entre bosques y comiendo frutos y algún animal que cazaba por métodos humanos.

 Vagó hacia el sur, huyendo del frío que hacia aún más crítica su situación. Si que debió golpearle fuerte lo que quiera que le golpeó en la atalaya, ya que por más que hizo memoria, jamás recordaría su nombre. Viviría al margen de su familia el resto de su vida, si bien sus descendientes algún dia estaban predestinados a encontrar sus raíces de nuevo.

 Este joven fué mi primer personaje, el personaje con el que jugué Oblivion. Más tarde, en su nómada existencia, cuando según sus cálculos se encontraba en las montañas de Jerall (frías pero no tanto como la Skyrim que llevaba tiempo atravesando), recibiría un sueño perturbador. En el, se le mostraba un ser óseo y oscuro. Este ser, que en principio confundió con Molag Bal o con algún resquicio genético del pasado vampírico de su familia, le reveló horrores que había pasado y otros tantos que aún estaban por llegar en su vida. De todos ellos él sería testigo, no víctima.

 El joven se estremeció en sueños durante aquella visión, y no fué sino hasta el final en el que, como si su cuerpo se hubiese adaptado a aquella oscuridad que rodeaba al ser, se sintió cómodo y confortable en aquel vacío, más de lo que había estado hacía mucho tiempo.

 El ser se percató de su cambio de actitud, y de su relajación actual, y se reveló en otro de esos sueños a él como Sithis, la encarnación del vacío absoluto, antagonista de todos los aedra y daedra.

 El ser prometió al joven aquella sensación de paz y confortabilidad que ahora sentía a cambio de su servicio. A cambio de su adoración hasta el final de los tiempos. Le dijo "Dirígete al manantial oscuro que se esconde al este de estas montañas, donde la verdad te será revelada y te daré un nuevo sentido". Un nuevo sentido a su vida, aquellas palabras sonaban como música después de haber estado vagando perdido sin saber siquiera quién era. No perdía nada por hacerlo, a fin de cuentas si lo que le esperaba era una muerte engañosa el ya estaba prácticamente muerto en vida.

 Tardó dos días en vislumbrar la luz carmesí que despedía un túmulo, bastante más lejos de lo que el esperaba encontrarlo. Entró a el a través de una puerta que estaba abierta. Una puerta de piedra.

Aquella puerta debía de ser lo más siniestro que vió en toda su vida. Sólo un loco se habría adentrado allí por su cuenta. Y quizá el era ese loco.

 Al entrar, para su sorpresa, no había nada. Nada peligroso. Sólo un lugar muy oscuro en cuyo centro atrapada entre dos rocas se encontraba una espada. Tardó tiempo en reconocer su forma, y tras hacerlo supo que estaba allí específicamente para él. Era una katana Akavir, pero con un aura especial en torno a ella. Al tocarla, Sithis le reveló su nombre: Akaviri no ryu, que en cirodílico se traduciría como "Hoja de Ébano". Pero no quedó ahí la cosa, sino que al tocarla Sithis le reveló también su propio nombre, o mejor dicho, le dió uno. Le dijo: "Heraldo de la oscuridad, esta hoja pertenece a la tejedora Mephala, pero por el poder que tengo sobre ella, yo te la otorgo a ti, Sithis Blade, mi heraldo hasta tu muerte".

 "Sithis Blade", literalmente "El Filo de Sithis". Aquello parecía más un título, un apodo que un nombre de verdad, pero en vistas a que aquel ser había sido "bondadoso" con el, de buena gana el joven asumió aquello como propio y desde aquellos últimos años en adelante sería conocido como "Sithis Blade", el hombre que vivió 270 años y llevó a la Hermandad Oscura hasta su apogeo más vívido. Pero no sería el, sino uno de sus descendientes, el que realmente obtendría la fama que su familia se merecía: El asesino de emperadores, con su poderosa y siniestra voz o Thu'um.

 Pero esa es otra historia. De momento sigamos hablando de su padre o su abuelo o sólo los nueve saben qué: Sithis Blade, mi primer personaje. Hablaremos de cómo obtuvo su longevidad, de cómo fué su vida y de qué le deparó el destino. De momento digamos que tras encontrar la Hoja de Ébano (que el siempre llamaría Akaviri no ryu en honor a sus raíces Akavir), descendió de las montañas de Jerall. Fué atacado por bandidos con los que estrenó su hoja, y esta tras probar su sangre encolerizó su cuerpo y lo dotó de tal energía que le hizo recorrer preso de una furia sangrienta toda la comarca de Bruma, ya en Cyrodiil. Durante su carrera una patrulla decidió perseguirlo tomándole por un perturbado antes de que hiciese algo. Pero uno de los guardias hizo algo que no debía al darle alcance: Desenfundar su arma. Sithis Blade aún controlaba la furia que le poseía mientras no sintiese peligros reales, pero la visión de esa hoja en manos del guardia liberó esa atadura, y pronto la Hoja de Ébano atravesó la armadura como si fuese mantequilla, ensartando al guardia.

 Pero como ya dije, no estaba solo. El resto de la patrulla alcanzaron a Sithis Blade no mucho después de presenciar el asesinato. En condiciones normales la Hoja de Ébano le dotaba de suficiente poder para matar a toda una patrulla, pero desde que la actividad nigromántica se había enardecido en Cyrodiil, las patrullas siempre llevaban un mago de batalla por si acaso. La hoja era altamente efectiva en el cuerpo a cuerpo, pero nada podía hacer ante un hechizo de parálisis bien apuntado.

 Sithis Blade sintió el latigazo mágico por todo su sistema nervioso, y cayó al suelo rígido como una tabla. Los guardias se apresuraron a retirarle la hoja y a amordazarlo.

 Cuando despertó estaba ya en la prisión de la ciudad imperial. Justo el momento en que yo tomo control de este carismático y misterioso personaje en el juego TES IV: Oblivion.


 Seguiré con la historia próximamente, en "Susurros Oscuros II". Gracias por leer.


domingo, 2 de junio de 2013

Presión


- Así es, querido lector. El título es simple, pero encierra un mundo de significados. Normalmente en esta época de exámenes tiendo a sentirme de entrada presionado y encadenado a una silla (como es normal y lógico). Si bien es cierto que desde que tengo pareja sin duda se ha intensificado mucho la presión que siento sobre mis hombros. La vida que llevo se ha vuelto sin duda más estresante que antes. Quizá no esté preparado para tener pareja después de todo.

 Pero no me gusta pensar en eso claro. Intento evadirme, ya que mi pareja muy a mi pesar lejos de ser una válvula de escape para mi estrés no es sino otro globo más a punto de estallarme en la cara en el momento menos propicio. Eso no es un piropo, claro que no, pero he aprendido a asumir que hay cosas que son así y que voy a tener que aguantar el resto de mi vida. Esa es una de las mayores muestras de amor que puedo profesar hacia una persona, elegir el camino difícil...

 Si, elegir el camino difícil. Aunque sea precisamente ella la que lo hace difícil al no respetar mis decisiones, no respetar que tengo muchas cosas en la vida que atender, no entender que el hecho de que la llame de buena gana e intente dirigirle buenas palabras no implica que yo esté bien. Ese es el camino que conduce a ella, lleno de sacrificios como todo en esta vida.


 ¿Cómo describir, cómo ilustrar mis sentimientos en este momento? La imagen del atlas que encabeza esta entrada es sin duda muy ilustrativa de por sí, pero ya que no la he dibujado yo, me gustaría aportar esa sensación con palabras en esta entrada:

 "Imagina un mundo gris en el que nunca sale el sol. Imagina un mundo oscuro en el que el frío te paraliza y el calor te agobia. Un mundo en el que nunca hace la temperatura adecuada y nunca puedes dormir bien porque la luna siempre está encapotada entre nubes grises. Imagina un lugar inundado de calima pesada y asfixiante que ni siquiera deja que tu cabeza esté en blanco por unos segundos. Un lugar donde miras por tu ventana y la hierba es gris, los árboles blanquecinos y el cielo muy muy negro. Un lugar donde te cuesta respirar, donde el suelo parece atraerte hacia el con mayor fuerza de la que la física convencional puede explicar mediante fórmulas. Un lugar en silencio, monótono, opresivo y asfixiante. Casi todos nos hemos sentido así en exámenes, pero ahora añádele el hecho de estar encadenado y encerrado en una habitación, y añádele la tortura de un móvil cuyas llamadas sólo sirven para nublar tu juicio e impedir que te sientas bien interiormente."

 ¿Se entiende ya mi sitación? Así es como yo me siento. Encadenado, atrapado y con un móvil que muchas veces como hoy sólo sirve para bombardear mi concentración e impedir que haga nada.

 No sé qué clase de mujeres hay en el mundo, y también me niego a mí mismo el simple hecho de conocerlas por pleno respeto a mi pareja. No hablo, no me acerco ni dejo que se me acerquen, y en muchos casos ni siquiera me lo paso bien ni soy natural en las pocas fiestas a las que asisto. ¿Y todo para qué? Por una persona que no me respeta a mí ni a mis decisiones, una persona que sólo parece querer oír lo que desea oír. ¿Qué puedo decir? No tengo excusas ni espero compasión.


 Intento refugiarme en el hecho de que todas las parejas son así, pero realmente me cuesta mucho creer esto al pié de la letra. Tal vez sólo sea que no somos las personas más adecuadas para estar juntas. No tengo ni idea. He luchado mucho por algo que parece una quimera, y cada vez me aferro más a ello, aún sabiendo que existen cosas en las que nunca nos vamos a entender.

 ¿Qué tiene de malo decidir lo que debes hacer con tu tiempo? ¿Acaso no es tu tiempo? Desde mi punto de vista es horrible que alguien intente manipular tu tiempo contra tu voluntad, y no refleja para mí amor, sino posesión. No obstante mi pareja opina justamente lo contrario, que eso es "natural" si quieres a alguien. No entiende que yo no veo amor en decirle "Quedate 2 semanas conmigo de vacaciones, a tus amigas que les den", sino posesión. Y no crea el lector que no se me pasan por la cabeza el tipo de juergas que 4 o 5 chicas (algunas solteras) puedan armar, con tios evidentemente de por medio. No piense el lector que no tendría los mismos o más motivos que ella para ser posesivo. Pero he elegido dejar de serlo si alguna vez lo fui. Ella es libre y yo también.

 Y nos conocemos de sobras, sé que ella es en cuanto a los tios buenos justo como yo debería ser en cuanto a las tías buenas. Si, lo sé, es raro y muchos de mis amigos se quedan flipados cuando ven que mientras ellos babean yo ni me he enterado de que ha pasado un pivón. Soy así de inocente, para mi la vida es algo más que ver un cuerpazo y pajote al canto (porque a catarla ni de coña). E incluso cuando me dicen "Has visto a..." muchas veces respondo "Bah, no es para tanto".

 Pero sé que mi novia no es así. Me costó entenderlo y cuando empezamos esta relación sufrí mucho más de lo que ha sufrido ella con todo lo que se crea. Y estoy tan seguro porque llegué a llorar y a arrancarme pelos de la cabeza, he vuelto a engordar por el estrés y he vuelto a darle mucho a los videojuegos como forma de evasión de la realidad. He vuelto a ser la misma persona estresada, agobiada e incomprendida que era antes de empezar con mi plan para adelgazar. Sólo conservo la seguridad en mi mismo que adquirí, pero al menos he conseguido entenderla a ella. Claro, ella dirá que no la entiendo ¿Qué va a decir?, pero si nos ceñimos a la realidad lo cierto es que nuestros temas de disusión han cambiado radicalmente de objetivos. Y ahora es ella la que se queja.


 ¿Quién ha dado más por esta relación? No lo sé. Puedo ceñirme a la realidad, y la realidad es que cuando empezamos yo sólo la veía como una amiga (nunca he tenido pareja, ¿cómo iba a aprender si no?), y no me gustaban ni sus vicios, ni su actitud, ni nada de ella que se saliese de su carácter aparentemente afable. Ahora la quiero mucho más de lo que en su día podía haberme imaginado, a pesar de que su carácter no es ni por asomo tan afable como entonces.

 Ignoro su versión de esto, tampoco pretendo restarle importancia, si bien es cierto que yo intento siempre ser afable con ella (salvo cuando me saca de quicio). Paso por alto demasiadas cosas, pero ¿Qué puedo hacer?. Es una de las muestras de amor que yo doy. Cuando deje de soportarla habré dejado de quererla, y entonces no discutiré más. Simplemente seguiré el camino fácil...

...y espero que ese día nunca llegue. Aunque no sé si en el fondo es lo que yo deseo.