Cuando algo muere, algo nace... asi funciona este ciclo inevitable: El colectivo es eterno; el individuo, mortal.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Empatía Salvaje


- Hoy es un gran día para mi. Muy grande si, porque me he dado cuenta de cosas muy importantes. He visto una luz importante en mi vida, y aunque sólo recuerde esto de mi carrera en el futuro, es lo suficientemente brillante como para considerar que ha merecido la pena. Una luz importante para todo veterinario que se precie es, como bien indica el título, entender que los animales (especialmente los mamíferos) son seres vivos como nosotros. Si bien no piensan sí que pueden llegar a sentir empatía en diferentes grados y desde luego sufren. Y no merecen el trato que en muchos casos se les dispensa. He comprendido que ser humano significa entender que no somos los únicos elegidos por Dios para caminar sobre la tierra, que hay muchas criaturas vivas como nosotros.

 Entender que sentir empatía no sólo por los miembros de mi especie, sino por el resto de mamíferos no me convierte en un animalista loco, sino en un ser mucho más humanizado.

 ¿Cómo ha ocurrido? En mi caso por pura terapia de shock. He comprendido con qué tipo de personas convivo a diario, cómo piensan (tratándo a sus mascotas incluso como juguetes reemplazables). He comprendido porqué no aprobé que mi novia adoptase un perro, y sin embargo lejos de despreciarlo le he ido cogiendo cariño al animal a pesar de verlo poco. En el fondo tenía miedo, porque siempre he sabido que una mascota es un ser vivo sintiente, y yo no soy lo suficientemente responsable para hacerme cargo. Siempre me aterró la idea de tener mascota por esta razón. Que sufra por mi culpa.

 Yo soy cristiano. Siempre lo he sido, además de verdad. Tengo fallos, pero corrijo. La vida de cualquier ser vivo tiene valor para mí, porque eso es lo que predica la religión original que profeso. Quizá haya sido alienada con los siglos por la Iglesia, pero tiendo a no guiarme por otros mortales. Para mi la vida de un animal, especialmente las mascotas, tiene un gran valor. No son juguetes.

 Y posiblemente, aunque la Iglesia quizá me excomulgaría por decirlo, posiblemente los animales también tengan almas menores. No iguales a las de un ser humano, pero sí almas. Y particularmente las mascotas mamíferas que tanto tiempo pasan con nosotros y tantos milenios llevan haciendo compañía a nuestra especie, sean las que más parecida tengan su alma a la nuestra.

 Al resto de animales de renta no puedo darles tal grado de empatía (aunque sí entiendo que sufren, y por tanto su sufrimiento debe reducirse al mínimo necesario para cubrir las necesidades humanas), pero a los animales de compañía sí que les reconozco tal empatía.


 Por eso llegar a mi casa, sentarme a contarle a mis siempre ambigüos padres mi ética sobre los animales y mi falta de comprensión del trato que algunos dueños dan a sus mascotas, y encontrarme con críticas a mi persona y palabras sobre "mi ignorancia" ante una empatía que ellos consideran absurda, me apena terriblemente. Mi padre particularmente considera "juguetes" a las mascotas. Sencillamente brutal. Y su única forma paupérrima de entenderme es pensar en que lo hago en defensa de mi trabajo. Por ganar más dinero. Mi padre opina que mi ética en contra del sufrimiento y contra la "eutanasia por comodidad" es con ánimo de lucro. Bárbaro.

 Pero es bueno saber con el tipo de personas que convives. Bellísimas cuando se trata de semejantes, pero crueles y despiadadas con respecto a los animales. Aunque debo agradecerles que tal vez gracias a esa tajante determinación en contra de una ética que yo considero "humana", gracias a que me muestren la monstruosa ética para con los animales que tienen muchas personas desgraciadamente, tal vez gracias a mi visión de ese relativismo moral tan sangrante que me han mostrado hoy mis propios padres, gracias a ello, he visto la luz. A veces debes girar la cabeza hacia la oscuridad del túnel que dejas atrás para ver que estás mucho más cerca que otras personas de la luz.


 ¿Sabes querido lector? He tenido enormes discusiones con antitaurinos, por poner un ejemplo. Enormes. Y hoy, me siento imbécil por haber defendido un punto tan hipócrita como aquel. Mención de agradecimiento a mi padre, que comparándome a las mascotas con el toro de lidia para mostrarme mi hipocresía, lo ha conseguido. He sido un hipócrita, y si para defender una postura más empática y humana con los animales he de abandonar ese pensamiento tradicional, que así sea. No digo que debamos hacernos todos vegetarianos, he visto varios mataderos y aunque durante muchos años me he negado a mi mismo las diferencias abismales entre una corrida y un matadero, he de decir que ahora las veo. No considero al toro de lidia más inteligente que a un perro, ni lo pongo a la altura de un ser humano. Pero sí reconozco que sufren, y mucho durante el festejo. Soy capaz de empatizar con ellos a ese nivel hoy, y de decir que nada tiene que ver la descarga de insensibilización que se da a las reses en matadero con la insensibilización por adrenalina y cansancio del ruedo (suponiendo que el sistema nervioso del toro de lidia decida evitar un dolor innecesario y apague los nociceptores).

 Por desgracia, nada me habría gustado más que poder defender el valor de la vida de un animal de compañía (perro o gato) sin tener que opinar sobre otros animales como el toro de lidia. Pero mi padre hoy me ha demostrado que, si tienes un pensamiento poco consistente en algunos puntos, puede acudir a él para quitarme la razón en otra cosa. Por la lógica reflexiva que me da el hecho de haber nacido en esta especie, debo formarme una opinión sólida en todos los sentidos. Y por eso me veo obligado, por simple racionalidad, a adoptar una postura similar para el toro de lidia. Asi que sí, el toro de lidia sufre y sí, las corridas de toros están mal (al margen de la tradición).

 Seguiré aún así con mi política de no censurarlo, no diré que deben prohibirse ni me pintaré de rojo delante de una plaza de toros. Lo que hoy ha cambiado es mi ética interna personal, que ha pasado de aprobar la tauromaquia por ser tradicional a desaprobarla por empatía hacia el animal.


 Nada me hubiese gustado más que poder poner todos mis principios en consonancia, pero después de que mi padre me diga que "me estoy volviendo tonto en la carrera" por opinar que los animales, igual que las personas, tienen una valiosa vida y que hay que empatizar con ellos, ha ajustado las piezas de mi puzle mental en consonancia. Y creo que del modo más sabio posible.

 Porque no tendría sentido que como veterinario... no, como ser humano racional, considerase una "fiesta divertida" las corridas de toros y una crueldad que unos niños metan un gato en una caja y le peguen una patada, ya que los niños también se divierten haciendo eso, y el animal también sufre.


 Para mi ha sido un gran paso personal que creo, me ha hecho mejorar como ser humano y salir de la ambigüedad previa. Y si esto debe ser llamado "deformación profesional", mejor que sea hacia la humanización personal. Comprender que no somos la única especie sobre la tierra nos hace más sabios, como en su día nos hizo más sabios reconocer que la tierra es redonda y no plana.

 Muchos adultos de hoy morirán sin saber que la tierra es redonda, y sin reconocer la diversidad de seres vivos que habitan la tierra CON nosotros, y no PARA nosotros.


 Ya ocurrió en tiempos, y hoy se dice que esas personas se quedaron en la edad media.

 Muchos en este nuevo punto se quedaran en el siglo XX. Ojalá no fuese así, pero así es. Cada uno elige en que siglo vivir y cuando dejar de adaptarse.


"Nada se puede enseñar a quien ya no quiere aprender"


domingo, 9 de junio de 2013

Susurros Oscuros I


- Bueno, en vistas a que llevo unas entradas muy tristes posteadas últimamente sobre mi vida, creo que voy a hacer algo que siempre quise hacer. Verás, querido lector, no es un secreto que una de mis mayores pasiones son los videojuegos, pero sin duda esto es algo muy genérico. No cualquier videojuego, sino los de género RPG. Y no cualquier RPG, sino los que componen la gran saga The Elder Scrolls. Concretamente 3: Morrowind, Oblivion y recientemente Skyrim.

 De morrowind ya escribí hace un tiempo un poema sobre Lord Indoril Nerevar, el héroe que encarnas en el mismo, pero ahora me gustaría hablar de un personaje creado íntegramente por mí y tan genial que aún me sorprende que pudiese salir de mi cabeza. Realmente lo pasé en grande con el, y orgullosamente diría que es el Rol que siempre he tenido en los juegos de esta saga desde Oblivion.

 ¿Por donde empezar? Bueno, creo que lo más acertado sería introducir primero al lector en el conocimiento de la familia bretona Shadowsmith ("Forjasombra"), pues su sangre corría por mi personaje y sus descendientes. Los Shadowsmith fueron una familia bretona originaria del continente salvaje de Akavir, aunque se cree que emigraron como todos los bretones desde Roca Alta, solo que esta emigración a diferencia se produjo hacía muchos años en el caso de esta familia, allá por la época de Jagar Tharn y el simulacro imperial durante la segunda-tercera era, y propiciada precisamente por la decadencia provocada en el imperio a causa del engañoso mago usurpador.

 Poco se sabe de sus orígenes o de cómo les fué en el continente de Akavir. Lo que si puedo contaros es que esta familia de mi invención ha estado siempre muy ligada a la oscuridad. Al príncipe demoníaco "Molag Bal" y al vampirismo en general, aunque en principio contraer la enfermedad fue simplemente una estrategia familiar para beneficiar su situación en Akavir. En aquellos tiempos la vida en Akavir no era fácil, y esto se manifiesta por las contínuas luchas entre los humanos y los nativos de Akavir: Una sociedad de serpientes antropomorfas y vampirescas que se alimentaban de humanos que cazaban. Pero lo hacían de manera tan abierta e impudorosa que los humanos que habitaban Akavir se cansaron de ellas y les declararon la guerra abierta.

 La guerra contra los Akavir duró años, y no es un secreto que la familia Shadowsmith combatió contra ellas. En algún momento uno de sus miembros contrajo la Hemofilia Porfiria, tambien llamada "Saines Sanguinus", y lo que en principio parecía una maldición enfermiza pronto se tornó de vital importancia gracias a las capacidades sobrenaturales que el vampirismo confirió al afectado, que animó al resto de la familia a buscar el contagio para, con aquel don de Molag Bal, luchar con ventaja contra las malignas serpientes que intentaban esclavizarlos.

 Precisamente a finales de esta guerra, en uno de los fuertes fronterizos al norte con Skyrim, el último miembro de la familia Shadowsmith luchaba aún por mantener el dominio de la humanidad junto a otros humanos de Akavir. Los cuchillas estaban muy ocupados por aquella época sirviendo de guardaespaldas al emperador Septim, y con ellos se había ido una gran parte del poderío militar de los humanos Akavir. Tan sólo miembros aislados permanecían defendiendo aún fuertes como aquel.

 Aquel Shadowsmith no recordaba su nombre cuando despertó. Recordaba que había sido soldado y había luchado hasta perder el conocimiento en el fuerte. El último ataque que recordaba de las serpientes Akavir había sido brutal y devastador, sobrepasando su capacidad defensiva por mucho. Recordaba como al Capitán Sungard lo habían degollado delante suya, y bebido su sangre. Recordaba  como habían atravesado el pecho de su compañero de escudos, un nórdico llamado Hjaldir. Recordaba en definitiva como uno por uno sus compañeros del fuerte habían sido masacrados. Aparentemente todos menos él. El sólo sintió un fuerte golpe en la cabeza mientras se refugiaba en la atalaya oeste. Era extraño, ya que se aseguró de que nadie lo había seguido hasta allí...

 Pero nada de eso importaba ahora, no. Ahora estaba sólo.

 Ataviado aún con sus ropas de soldado Akavir, tan sólo una capota y ropas raídas, se levantó en medio de una tundra fría. Pero no tan fría como Akavir. Aquello era soportable. Era de noche, y bajo la luz de la luna pudo contemplar el óxido de su espada y su hoja mellada. Lamentablemente hacía mucho que su familia apartó el vampirismo de sus vidas por ser considerado poco honorable.

 Una de tantas estupideces sobre el honor de la familia. A todo esto... ¿Qué familia? Ni siquiera lo recordaba a decir verdad. Sólo estaban ahora el, un sin nombre, y una espada mellada. Qué bien le habría venido el poder para detectar la sangre de las criaturas vivas para cazar algún animal en ese momento. Pero sus padres, su familia, desterraron hacía años el vampirismo de sus vidas y nunca consintieron que sus hijos lo contrajeran. Según ellos, "ningún poder podía compararse con la tranquilidad de un sueño reparador". Era cierto que su abuelo, un viejo aún "enfermo" de vampirismo, se levantaba muchas noches entre sudores fríos y terrores nocturnos. Y esa era sólo una de las razones que su familia directa argumentaba para abandonar el vampirismo y negarse a él.

 Si le preguntasen ahora mismo a aquel joven ataviado con harapos y con las heridas de la guerra tanto físicas como emocionales latiéndole aún con fuerza y sin saber ni donde estaba, probablemente este habría considerado estúpida la pregunta. El joven vagó durante largo tiempo, varias primaveras malviviendo entre bosques y comiendo frutos y algún animal que cazaba por métodos humanos.

 Vagó hacia el sur, huyendo del frío que hacia aún más crítica su situación. Si que debió golpearle fuerte lo que quiera que le golpeó en la atalaya, ya que por más que hizo memoria, jamás recordaría su nombre. Viviría al margen de su familia el resto de su vida, si bien sus descendientes algún dia estaban predestinados a encontrar sus raíces de nuevo.

 Este joven fué mi primer personaje, el personaje con el que jugué Oblivion. Más tarde, en su nómada existencia, cuando según sus cálculos se encontraba en las montañas de Jerall (frías pero no tanto como la Skyrim que llevaba tiempo atravesando), recibiría un sueño perturbador. En el, se le mostraba un ser óseo y oscuro. Este ser, que en principio confundió con Molag Bal o con algún resquicio genético del pasado vampírico de su familia, le reveló horrores que había pasado y otros tantos que aún estaban por llegar en su vida. De todos ellos él sería testigo, no víctima.

 El joven se estremeció en sueños durante aquella visión, y no fué sino hasta el final en el que, como si su cuerpo se hubiese adaptado a aquella oscuridad que rodeaba al ser, se sintió cómodo y confortable en aquel vacío, más de lo que había estado hacía mucho tiempo.

 El ser se percató de su cambio de actitud, y de su relajación actual, y se reveló en otro de esos sueños a él como Sithis, la encarnación del vacío absoluto, antagonista de todos los aedra y daedra.

 El ser prometió al joven aquella sensación de paz y confortabilidad que ahora sentía a cambio de su servicio. A cambio de su adoración hasta el final de los tiempos. Le dijo "Dirígete al manantial oscuro que se esconde al este de estas montañas, donde la verdad te será revelada y te daré un nuevo sentido". Un nuevo sentido a su vida, aquellas palabras sonaban como música después de haber estado vagando perdido sin saber siquiera quién era. No perdía nada por hacerlo, a fin de cuentas si lo que le esperaba era una muerte engañosa el ya estaba prácticamente muerto en vida.

 Tardó dos días en vislumbrar la luz carmesí que despedía un túmulo, bastante más lejos de lo que el esperaba encontrarlo. Entró a el a través de una puerta que estaba abierta. Una puerta de piedra.

Aquella puerta debía de ser lo más siniestro que vió en toda su vida. Sólo un loco se habría adentrado allí por su cuenta. Y quizá el era ese loco.

 Al entrar, para su sorpresa, no había nada. Nada peligroso. Sólo un lugar muy oscuro en cuyo centro atrapada entre dos rocas se encontraba una espada. Tardó tiempo en reconocer su forma, y tras hacerlo supo que estaba allí específicamente para él. Era una katana Akavir, pero con un aura especial en torno a ella. Al tocarla, Sithis le reveló su nombre: Akaviri no ryu, que en cirodílico se traduciría como "Hoja de Ébano". Pero no quedó ahí la cosa, sino que al tocarla Sithis le reveló también su propio nombre, o mejor dicho, le dió uno. Le dijo: "Heraldo de la oscuridad, esta hoja pertenece a la tejedora Mephala, pero por el poder que tengo sobre ella, yo te la otorgo a ti, Sithis Blade, mi heraldo hasta tu muerte".

 "Sithis Blade", literalmente "El Filo de Sithis". Aquello parecía más un título, un apodo que un nombre de verdad, pero en vistas a que aquel ser había sido "bondadoso" con el, de buena gana el joven asumió aquello como propio y desde aquellos últimos años en adelante sería conocido como "Sithis Blade", el hombre que vivió 270 años y llevó a la Hermandad Oscura hasta su apogeo más vívido. Pero no sería el, sino uno de sus descendientes, el que realmente obtendría la fama que su familia se merecía: El asesino de emperadores, con su poderosa y siniestra voz o Thu'um.

 Pero esa es otra historia. De momento sigamos hablando de su padre o su abuelo o sólo los nueve saben qué: Sithis Blade, mi primer personaje. Hablaremos de cómo obtuvo su longevidad, de cómo fué su vida y de qué le deparó el destino. De momento digamos que tras encontrar la Hoja de Ébano (que el siempre llamaría Akaviri no ryu en honor a sus raíces Akavir), descendió de las montañas de Jerall. Fué atacado por bandidos con los que estrenó su hoja, y esta tras probar su sangre encolerizó su cuerpo y lo dotó de tal energía que le hizo recorrer preso de una furia sangrienta toda la comarca de Bruma, ya en Cyrodiil. Durante su carrera una patrulla decidió perseguirlo tomándole por un perturbado antes de que hiciese algo. Pero uno de los guardias hizo algo que no debía al darle alcance: Desenfundar su arma. Sithis Blade aún controlaba la furia que le poseía mientras no sintiese peligros reales, pero la visión de esa hoja en manos del guardia liberó esa atadura, y pronto la Hoja de Ébano atravesó la armadura como si fuese mantequilla, ensartando al guardia.

 Pero como ya dije, no estaba solo. El resto de la patrulla alcanzaron a Sithis Blade no mucho después de presenciar el asesinato. En condiciones normales la Hoja de Ébano le dotaba de suficiente poder para matar a toda una patrulla, pero desde que la actividad nigromántica se había enardecido en Cyrodiil, las patrullas siempre llevaban un mago de batalla por si acaso. La hoja era altamente efectiva en el cuerpo a cuerpo, pero nada podía hacer ante un hechizo de parálisis bien apuntado.

 Sithis Blade sintió el latigazo mágico por todo su sistema nervioso, y cayó al suelo rígido como una tabla. Los guardias se apresuraron a retirarle la hoja y a amordazarlo.

 Cuando despertó estaba ya en la prisión de la ciudad imperial. Justo el momento en que yo tomo control de este carismático y misterioso personaje en el juego TES IV: Oblivion.


 Seguiré con la historia próximamente, en "Susurros Oscuros II". Gracias por leer.


domingo, 2 de junio de 2013

Presión


- Así es, querido lector. El título es simple, pero encierra un mundo de significados. Normalmente en esta época de exámenes tiendo a sentirme de entrada presionado y encadenado a una silla (como es normal y lógico). Si bien es cierto que desde que tengo pareja sin duda se ha intensificado mucho la presión que siento sobre mis hombros. La vida que llevo se ha vuelto sin duda más estresante que antes. Quizá no esté preparado para tener pareja después de todo.

 Pero no me gusta pensar en eso claro. Intento evadirme, ya que mi pareja muy a mi pesar lejos de ser una válvula de escape para mi estrés no es sino otro globo más a punto de estallarme en la cara en el momento menos propicio. Eso no es un piropo, claro que no, pero he aprendido a asumir que hay cosas que son así y que voy a tener que aguantar el resto de mi vida. Esa es una de las mayores muestras de amor que puedo profesar hacia una persona, elegir el camino difícil...

 Si, elegir el camino difícil. Aunque sea precisamente ella la que lo hace difícil al no respetar mis decisiones, no respetar que tengo muchas cosas en la vida que atender, no entender que el hecho de que la llame de buena gana e intente dirigirle buenas palabras no implica que yo esté bien. Ese es el camino que conduce a ella, lleno de sacrificios como todo en esta vida.


 ¿Cómo describir, cómo ilustrar mis sentimientos en este momento? La imagen del atlas que encabeza esta entrada es sin duda muy ilustrativa de por sí, pero ya que no la he dibujado yo, me gustaría aportar esa sensación con palabras en esta entrada:

 "Imagina un mundo gris en el que nunca sale el sol. Imagina un mundo oscuro en el que el frío te paraliza y el calor te agobia. Un mundo en el que nunca hace la temperatura adecuada y nunca puedes dormir bien porque la luna siempre está encapotada entre nubes grises. Imagina un lugar inundado de calima pesada y asfixiante que ni siquiera deja que tu cabeza esté en blanco por unos segundos. Un lugar donde miras por tu ventana y la hierba es gris, los árboles blanquecinos y el cielo muy muy negro. Un lugar donde te cuesta respirar, donde el suelo parece atraerte hacia el con mayor fuerza de la que la física convencional puede explicar mediante fórmulas. Un lugar en silencio, monótono, opresivo y asfixiante. Casi todos nos hemos sentido así en exámenes, pero ahora añádele el hecho de estar encadenado y encerrado en una habitación, y añádele la tortura de un móvil cuyas llamadas sólo sirven para nublar tu juicio e impedir que te sientas bien interiormente."

 ¿Se entiende ya mi sitación? Así es como yo me siento. Encadenado, atrapado y con un móvil que muchas veces como hoy sólo sirve para bombardear mi concentración e impedir que haga nada.

 No sé qué clase de mujeres hay en el mundo, y también me niego a mí mismo el simple hecho de conocerlas por pleno respeto a mi pareja. No hablo, no me acerco ni dejo que se me acerquen, y en muchos casos ni siquiera me lo paso bien ni soy natural en las pocas fiestas a las que asisto. ¿Y todo para qué? Por una persona que no me respeta a mí ni a mis decisiones, una persona que sólo parece querer oír lo que desea oír. ¿Qué puedo decir? No tengo excusas ni espero compasión.


 Intento refugiarme en el hecho de que todas las parejas son así, pero realmente me cuesta mucho creer esto al pié de la letra. Tal vez sólo sea que no somos las personas más adecuadas para estar juntas. No tengo ni idea. He luchado mucho por algo que parece una quimera, y cada vez me aferro más a ello, aún sabiendo que existen cosas en las que nunca nos vamos a entender.

 ¿Qué tiene de malo decidir lo que debes hacer con tu tiempo? ¿Acaso no es tu tiempo? Desde mi punto de vista es horrible que alguien intente manipular tu tiempo contra tu voluntad, y no refleja para mí amor, sino posesión. No obstante mi pareja opina justamente lo contrario, que eso es "natural" si quieres a alguien. No entiende que yo no veo amor en decirle "Quedate 2 semanas conmigo de vacaciones, a tus amigas que les den", sino posesión. Y no crea el lector que no se me pasan por la cabeza el tipo de juergas que 4 o 5 chicas (algunas solteras) puedan armar, con tios evidentemente de por medio. No piense el lector que no tendría los mismos o más motivos que ella para ser posesivo. Pero he elegido dejar de serlo si alguna vez lo fui. Ella es libre y yo también.

 Y nos conocemos de sobras, sé que ella es en cuanto a los tios buenos justo como yo debería ser en cuanto a las tías buenas. Si, lo sé, es raro y muchos de mis amigos se quedan flipados cuando ven que mientras ellos babean yo ni me he enterado de que ha pasado un pivón. Soy así de inocente, para mi la vida es algo más que ver un cuerpazo y pajote al canto (porque a catarla ni de coña). E incluso cuando me dicen "Has visto a..." muchas veces respondo "Bah, no es para tanto".

 Pero sé que mi novia no es así. Me costó entenderlo y cuando empezamos esta relación sufrí mucho más de lo que ha sufrido ella con todo lo que se crea. Y estoy tan seguro porque llegué a llorar y a arrancarme pelos de la cabeza, he vuelto a engordar por el estrés y he vuelto a darle mucho a los videojuegos como forma de evasión de la realidad. He vuelto a ser la misma persona estresada, agobiada e incomprendida que era antes de empezar con mi plan para adelgazar. Sólo conservo la seguridad en mi mismo que adquirí, pero al menos he conseguido entenderla a ella. Claro, ella dirá que no la entiendo ¿Qué va a decir?, pero si nos ceñimos a la realidad lo cierto es que nuestros temas de disusión han cambiado radicalmente de objetivos. Y ahora es ella la que se queja.


 ¿Quién ha dado más por esta relación? No lo sé. Puedo ceñirme a la realidad, y la realidad es que cuando empezamos yo sólo la veía como una amiga (nunca he tenido pareja, ¿cómo iba a aprender si no?), y no me gustaban ni sus vicios, ni su actitud, ni nada de ella que se saliese de su carácter aparentemente afable. Ahora la quiero mucho más de lo que en su día podía haberme imaginado, a pesar de que su carácter no es ni por asomo tan afable como entonces.

 Ignoro su versión de esto, tampoco pretendo restarle importancia, si bien es cierto que yo intento siempre ser afable con ella (salvo cuando me saca de quicio). Paso por alto demasiadas cosas, pero ¿Qué puedo hacer?. Es una de las muestras de amor que yo doy. Cuando deje de soportarla habré dejado de quererla, y entonces no discutiré más. Simplemente seguiré el camino fácil...

...y espero que ese día nunca llegue. Aunque no sé si en el fondo es lo que yo deseo.


sábado, 18 de mayo de 2013

Corazón Pétreo


- He de reconocer que hoy me he sentido como hacía tiempo que no me sentía. Supongo que sólo son tonterías, y así lo quiero creer. Supongo que hace demasiado tiempo que he perdido la luz del sol de vista. No sabría decirte, pero en muchos momentos renuevo aquella sensación. La vivo nítidamente en mi interior ¿sabes?.

 Oh, si, ya lo creo que en apariencia nada de lo que me dicen me afecta, pero las palabras viles se clavan en mi alma como afilados alfileres.

 Hay personas que aprovechan cualquier circunstancia para afirmar que son más que tú. O que merecen más crédito que tú. Por desgracia soy pésimo en la vida en este sentido, aunque parezca muchas veces lo contrario. Cualquiera sabe cómo decirme que merece más que yo o que es más que yo, como hoy en la fiesta a la que he asistido. Cualquier excusa es buena.

 Escribo esta entrada por una vez más que para el posible lector, para mí mismo. Claro, tienen derecho a decirte que están pagando por estar en una residencia y que yo no soy quien para aconsejar lo que debería hacerse ahí. Es su terreno, y por desgracia gusto mucho de jugar con esas reglas. Las reglas del terreno ajeno. Mi vida siempre se juega en campo rival, porque es así como me hago más fuerte.

 Escribo esta entrada para recordarme a mí mismo que en mi terreno lo tengo todo ganado. Nadie es capaz de ganarme ahí, y precisamente por eso me aburre hacer las cosas asi. Hay gente que parece regocijarse diciéndote "Esta es mi casa, aquí no tienes opinión y deberías arrodillarte", pero yo digo, ¿Qué reto supone eso? Está bien, este es tu campo, y lo conoces mejor que nadie pero... ¿Qué honorabilidad hay en ganar a alguien jugando en tu casa? Puestos a decir, diría que SU residencia se encuentra en MI ciudad, la ciudad donde llevo viviendo desde mucho antes de que algunos mequetrefes nacieran. Pero no hallo el placer que algunos si parecen encontrar en este tipo de razonamientos. Prefiero entrar en sus campos, entenderlos y machacarles desde dentro si es posible.

 Puedo perder, pero siempre me quedará mi propio terreno para resguardarme y prepararme para la próxima batalla. "Este es mi cuarto y tu no eres nadie aquí", que bien quedan esas cobardes palabras en boca de algunos que aprovechan ese tipo de situaciones para vanagloriarse de lo obvio.

 Oh, pero estoy rodeado de gente así. Casi todo el mundo diría que es así. Hay personas que no, pero tengo la terrible virtud de toparme de frente con las que si que lo son.

 Claro, las palabras son fáciles, pero cuando me pongo delante de una puerta para proteger a un amigo, aunque las lenguas profieren afiladas palabras contra mí, ninguna mano se atreve a tocar el tirador. Porqué será. Quizá porque saben que hablando sus lenguas se encuentran a suficiente distancia de mí. Si una mano tocase el tirador sin embargo, a lo mejor perdería dedos. Ese hecho inequívoco, gente increpando a distancia, me dice que en el fondo no hay valentía verdadera.

 ¿Pero como va a existir valentía? No hay valentía en un zorro que ha perdido su madriguera y se afana por recuperarla. Sólo hay miedo. Miedo de perder aquello que sabes que ya no depende de ti. Es por eso que me gusta jugar en campo ajeno, porque de este modo no es en tu casa donde se libra la batalla, sino en la casa de tu enemigo. Y si hay destrozos, no serás tu quien tenga que repararlos.

 Me fastidia que me echen en cara ciertas cosas claro que sí. ¿Cómo no te va a molestar que te digan "yo he hecho mas que tu por tu amigo"? Claro que has hecho más que yo, pero dime en que momento he tenido yo las mismas oportunidades que tú de ayudarle. Tu, que convives con él. Yo, que ni siquiera lo veo a diario. Claro que tu lo has hecho, pero la cuestión es... ¿Cómo te atreves a afirmar que si yo hubiese estado en tu lugar no habría hecho lo mismo o más por el?


 Es mi eterno dilema ahora sí, querido lector. Hay muchas cosas que me habría gustado hacer y nunca he hecho. Experiencias que he perdido. O mejor dicho, que nunca tuve. Y aún asi, he conseguido sacar lo mismo que otros que han tenido más ventajas que yo, más suerte que yo.

 ¿Quién tiene más mérito, el que sabe aprovechar las oportunidades que le surgen o el que pone todo de su parte para crear esas oportunidades que nunca le llegarían de otro modo?


 Para mí la respuesta está clara. Pero eso sí, todo depende de TU punto de vista...

viernes, 29 de marzo de 2013

Buena Nueva



 Querido lector. Es cierto que la experiencia es la mejor maestra, si bien siempre se ha dicho que una de las cosas que nos caracteriza como seres humanos es que somos capaces de aprender. Aprender no solo de nuestra experiencia, sino en menor o mayor medida de la experiencia de los demás.

Lo cierto es que hoy me levanté de la cama sintiéndome profundamente afortunado. Afortunado por la vida que llevo, que si bien no es la mejor nadie suele reparar en las cosas bellas que tiene.

¿Qué me falta? Nada. Hoy puedo decir que después de meditarlo profundamente a día de hoy me siento feliz. Con mis mas y mis menos, pero ea, profundamente feliz. Feliz de ser quien soy, feliz de estar con quien estoy (aunque evidentemente tenemos nuestras diferencias), y feliz de como llevo mi vida. Dentro de un año y medio (quizá algo más, nunca se sabe) acabaré la carrera. Recuerdo con nostalgia los momentos aquellos en que solía decirle a la gente que era (o iba a ser) Veterinario. Apenas acababa de empezar esto, y sin embargo hoy queda todo aquello tan distante...

Puedo casi contar las asignaturas que me quedan con apenas mis dos manos, y es cierto que tengo asignaturas fuertes aún por sacar (Cirugía, Médica, Producción...), pero la vida me ha enseñado que el mayor enemigo somos nosotros mismos. Somos nosotros los que convertimos una simple asignatura en un monstruo, los que agarramos un campo de molinos de viento y lo transformamos en un ejército de gigantes. Los monstruos no existen, salvo los que nosotros mismos creamos. La fuerza del miedo.

Y hablando de mi futura esposa, puedo decir que la amo. Hace muchas cosas que odio profundamente, pero su dulce voz me transporta al paraíso (cuando quiere usarla). Y su cara redondita y sus ojos plateados como el reflejo de la luna en un estanque son algo cuyo hechizo jamás he olvidado, en los dos años que llevamos juntos aún acuden a rescatarme cuando me sumo en oscuros terrores nocturnos o sueños bizarros. No he olvidado los motivos por los que pasé de probarla a quedármela. No he olvidado aquellos nexos que se ciñen profundamente a mi corazón, esas cosas con las que aún de vez en cuando me obsequia. No mucho últimamente, pero las relaciones avanzan.

¿Cosas que detesto? Bueno podría decir muchas, empezando por sus manos (o mejor dicho la manera en que se las mutila en un intento por arrancarse pieles molestas para ella) y terminando por el tipo de fuerza de voluntad tan peculiar que tiene, nada férrea como la que yo solía tener, sino más bien una fuerza de voluntad que tiende a venirse abajo de repente y dejar todo a medias.

Pero la quiero. Mucho. La vida me ha enseñado que no es a una persona perfecta a la que debo buscar, sino a una persona que sea capaz de transformar, aunque sólo sea una vez, mi mundo en un lugar donde pueda ver la luz del sol a través de la tormenta. Eso ya lo ha hecho algunos días, me gustaría que fuesen más claro que si, pero depende de ella. No soy quien para obligarla.

También se dice que las cosas más bellas no se ven con los ojos, sino que se sienten con el corazón. Si bien es cierto que hace mucho que no pruebo uno de esos besos delicados y afectuosos que solíamos darnos en la plaza de San Jorge. Besos lentos, eternos. Momentos en los que sentía la miel. Por desgracia hace tiempo que dejé de ver aquello, y ese entre otros detalles puede que sea el causante de que a veces no me encuentre a gusto. Son los detalles los que hacen la relación, no la rutina diaria. Y es que el amor verdadero es como un cuadro impresionista: Compuesto de pinceladas, de acertadas pinceladas que te sumen en un trance paradisíaco durante toda tu vida.

Pero mi madre me enseño que hay que tener paciencia. Ella estuvo en el quirófano más de una semana esperando darme a luz de manera natural, hasta que los médicos decidieron que era necesaria una cesárea. Eso es un ejemplo claro de que lo bueno se hace esperar.


Y, cabe decir que lo que una vez fue puede volver a ser, y si bien ahora estamos sumidos en la rutina llegará el día en que esto vuelva a tener momentos bellos... o se destruya, aunque espero que no.


domingo, 24 de febrero de 2013

Lex Divina


 Nuestras vidas se rigen por un delicado equilibrio, querido lector. Así es, y aunque no queramos verlo, aunque el tiempo oculte la realidad de nuestros joviales ojos, sigue su curso inexpugnable.

Ya he perdido a varios seres queridos, y puedo decir que la primera vez nos coge desprevenidos, ni siquiera podemos creer que una persona se haya ido, una persona cercana a la que quisimos, a la que rendimos cariño y confianza, pero así ocurre. Así es la ley de Dios. Así funciona la naturaleza. 

Sí, he dicho Dios. Con mayúsculas. Escucha, querido lector, para las personas que no han perdido aún a nadie, o que les dió igual hacerlo, o que sencillamente no tienen corazón es fácil negar la existencia de Dios. Enarbolan la ciencia como bandera de algo que no conocen. Juegan con las personas, juegan con los sentimientos de aquellos que realmente perdieron a alguien importante, y les da igual. Desalmados.

Puedes negar a Dios para ti, el pensamiento y la moral son libres. Pero no trates de negárselo a los demás. Es por eso que considero que el ateísmo debe ser convertido en agnosticismo, o bien erradicado con sangre y fuego de la faz de la tierra. Ateos, ¿Que saben ellos? ¿Necesitan pruebas de que a una persona le duele que le digan a la cara que sus seres fallecidos han desaparecido? ¿Que no existe más esperanza que el polvo? No hablamos de simplemente una prueba de Dios, hablamos de una esperanza que intentan arrancar a sus semejantes con su estúpida lógica fría. Y nosotros los creyentes somos los fanáticos a sus ojos...

Nosotros somos los ignorantes, sólo por aferrarnos a la idea de que algún día nos reuniremos con nuestros seres queridos en algún lugar. Abuelos, abuelas, madres, padres o hijos. Amigos, parejas...

¿Que sabe un ateo de la vida? En una ocasión un profesor ateo me dijo que creer en Dios es como creer en los gnomos. Sin duda una metáfora infantil, como lo es la idea de que el ateo está en posesión de la verdad. Cree o no en un ser superior, llámalo Dios, Alá, Yahvé, Nirvana... llámalo como quieras. Pero no niegues la existencia de una salvación a los demás, nunca reniegues de la esperanza de los demás.

Con los últimos acontecimientos en mi vida, empiezo a recordar cosas enterradas. Nunca desapareció de mi vida, claro que no, pero intento recordar sólo en los momentos adecuados. Es triste, pero se acerca un nuevo final. Puedo sentirlo querido lector. No puedo predecirlo, claro que no, ni me arriesgaría a asegurarlo. Pero habrá un nuevo final en mi vida. Salvo que sea el mio mismo primero.

Quiero creer querido lector. Mis primeros 2 años de carrera fueron de completa negación de Dios. Fui castigado ¿sabes?. Con un amargo final. No el mio claro que no, Dios quería un escarmiento para mi, no para mi familia. Para eso yo debía estar vivo y sufrir ese final. No podía ser el mio. El Dios en el que yo creo no lanza rayos, no fulmina al enemigo, no elimina al que debe escarmentar. Nunca lo hace. Es un Dios compasivo, el Dios en el que la mayoría de la humanidad cree, sea cual sea su religión. No, el te castiga con un dolor peor, mucho peor que tu propia muerte o enfermedad. El se lleva a alguien. Alguien cercano a ti. Alguien a quien amas, alguien con quien tienes recuerdos. Así actúa el Dios en el que yo creo.

Puede que su día hubiese llegado, pero te ofrece la posibilidad de reencontrarte con esos seres queridos cuando tu dia llegue. Sólo por esa ilusión, por esa simple posibilidad lejana, por esa esperanza, Yo Creo.

Ignoro la verdad, como cualquier ateo. Pero tengo esperanza ¿Sabes?. Mantengo la esperanza. Eso es lo que nos diferencia a los creyentes de los ateos. Ellos han perdido la esperanza. Compadezco su falta de ilusión, compadezco su fría lógica y su absurda negación de lo desconocido.

En mi opinión, la diferencia entre un ateo y un creyente es que, tras una puerta cerrada, ellos creen que no hay luz, y nosotros la sentimos brillar con fuerza. No por Dios, ni por todo el aparataje religioso mortal, sino por esas personas con las que queremos reunirnos. Y si tu Fé es certera, si tu Voluntad es fuerte, te reunirás con ellos. Así lo exige no Dios, sino la justa ley del universo. Y no me importa lo que digan los fríos científicos de la talla de Stephen Hawkins al respecto, su inteligencia ha obstruido su espíritú. La inteligencia tiende a la prepotencia y a la omnisapiencia. Salvo que, como en mi caso, mantengas vivo el espíritú.

Y como yo hay muchos científicos cuyo brillante intelecto no ha opacado su esperanza, su fé. Y sobretodo, que mantienen su humildad. La prudencia de no intentar demostrar algo cuyo conocimiento y medios para conocer no posees. Creen que los creyentes están cegados, cuando son ellos los que sólo ven su propio pensamiento. ¿Que saben? ¿Que pruebas empíricas tienen?

Stephen Hawkins incluso ha intentado demostrarlo científicamente, por favor. No puedo entender como la ciencia, una herramienta hecha a la medida humana compartiendo la imperfección de estos puede ser enarbolada con tanta confianza como prueba contra algo que ni siquiera los creyentes podemos probar.

Quizá esté afectado por este nuevo final que se aproxima en mi vida, querido lector, pero es cierto que jamás me será arrebatada esa esperanza. La llama que arde con fuerza y que nos impulsa a ser felices aquí, pero esperando el reencuentro en el más allá. Lo que los ateos no saben es que si llamas como la mía llegasen a apagarse, nada me impediría arrancarles la cabeza y beber su sangre. A fin de cuentas, ¿Quién me va a juzgar por mis actos si no hay Dios? ¿Que premio obtendré? Una muerte definitiva, igual que el santo.

Una parte de mi sólo desea una respuesta, como todos. El día que esa respuesta exista, la humanidad se extinguirá. Si Dios no existe, nos mataremos regidos por la ley del más fuerte. Si existe, muchos cometerán suicidio para adelantar el reencuentro con aquellos que partieron.

Una parte de mí desea que exista, y otra bien distinta desea que todas mis esperanzas sean rotas definitivamente. Que no haya salvación. Intento contener esa parte perversa de mi alma, pero es difícil cuando las palabras envenenadas por las lenguas ateas llaman a las puertas de su prisión. No quiero que despierte. No deseo que despierte. Como todo ser humano, soy dualista: bondad y maldad se funden dando cuerpo a mi personalidad. También a la tuya. Quien nunca haya tenido un mal pensamiento no es humano.

Pero los míos son horribles querido lector. Me aterra sólo pensar que aquí dentro existe una entidad que sólo piensa en la destrucción. Quizá yo también debería pasar por un psicólogo. Aunque dudo que pueda ayudarme. Esas horribles ideas y pensamientos se materializan dando forma a los terrores nocturnos más siniestros que puedas imaginar. Tengo muchas pesadillas querido lector. Especialmente en épocas oscuras como esta. Cuando un final se acerca, algo desea salir. Pero no se lo permito. No debo permitirselo.
 ¿Tendré doble personalidad como esos locos? Intento pensar que no puede ser. Pero lo cierto es que hablo sólo muchas veces. Adoro la soledad porque puedo conversar conmigo mismo. Converso con él. O quizás es el el que conversa conmigo. Es difícil definir cuando soy el o cuando soy yo. A fin de cuentas, somos la misma entidad. Las dos caras de mi mísmo.

¿Alguna vez te ha pasado, querido lector? A veces mi mente se expande y me muestra imágenes de cosas que podrían pasar o que me gustaría hacer. A veces deseo salvarle la vida a personas, deseo ser un héroe arriesgando incluso mi propia vida. Otras imagino ideas retorcidas como torturar a alguien o experimentar el sufrimiento ajeno nítidamente.

Son sensaciones bien distintas querido lector. El primero me causa una gran alegría en el pecho, como si de repente mis pulmones se llenasen de un aire puro de alta montaña. El segundo me da una sensación de odio que pasa entre mis dientes como hilo dental, afilándo y crispando mis manos, congelando mi rostro en una mueca de poder adictivo e inmensurable. Y lo peor de todo es que ambas sensaciones me gustan...

Supongo que todos tenemos un ángel y un demonio en nuestro interior. Unos incluso podemos sentirlo. Ahora mismo puedo sentirme. Puedo sentir quien soy. Siento mis partes como mis dos manos, afanándose por alcanzar el control absoluto. Temo por mis seres queridos querido lector. No sé donde está el botón que liberará al psicópata que tengo encerrado. Espero que nunca se pulse. No quiero.

Por eso me aferro a Dios. Por el reencuentro del más allá claro, pero también por esto. Es esta ley divina a fin de cuentas la que me otorga el poder de controlar a ese monstruo. Porque no necesito más que recordar mi última pesadilla para saber que es un monstruo. Deseo seguir siendo bueno y puro. Deseo alcanzar la redención del señor, deseo el reencuentro con mis seres queridos. No puedo evitar que partan, pero si puedo volver a verlos. Y nadie en su sano juicio debería quitarme esa esperanza. Por su propia vida.

Intento no desencadenar la locura encerrada. Dios me ofrece el camino y la Fé es la que aprieta las cadenas de mi voluntad. Aquellas que permiten que el animal que llevo dentro no sea liberado jamás.


Por el bien de todos, Lex Divina, guíame.

Gracias por Leer.


sábado, 19 de enero de 2013

Mundo Sombrío


- A veces me pregunto por qué las cosas son así. Y me asusto de pensar que quizá esto se deba a que no tengo metas más simples en la vida que abarquen de antemano mi mente. Pero, aún asi, ¿por que el mundo es así?. Quiero decir, hay personas de todo tipo si, pero realmente no sé si esto es bueno.

 La razón por la que nos hemos diversificado tanto yace en el hecho de que nada se interpone en nuestro camino. Y es triste, porque realmente el único reto que tenemos en la vida es ser superiores a nuestros semejantes. Al menos así piensa la mayoría de la especie humana. Ser superior... ¿para que? ¿en qué sentido?. Muchas de las personas que tenían esta meta en la vida ahora son magnates de multinacionales que explotan a otros semejantes para vivir aún más por encima de ellos si cabe. ¿Por qué?


 ¿Sabes? Mi blog debe tomarse con cautela y filosofía, querido lector. Ya lo dije, a veces reflejo pensamientos muy extremistas dirigidos a mentes equilibradas. Y quizá sea de las pocas personas en el mundo que ante la profecía maya, respiraba aliviado. Aliviado porque en mi opinión, cualquier resolución de dichos escritos me satisfacía. Si caía un meteorito o algo así, la especie a la que pertenezco sería erradicada, lo cual desde un punto de vista neutral (desde el punto de vista que debe ver las cosas Dios por ejemplo), no era sino borrar una especie que ha hecho más mal que bien. No me oirá el lector decir algo que se salga de esta línea. Nuestro bello planeta... está casi arruinado. No me importa lo que digan, el poder y la riqueza, la ambición humana ha destruido el planeta azul. Soy de los que piensan sin embargo que no debe haber dios, porque de haberlo tal y como lo describen las escrituras, no habría esperado al juicio final para bajar aquí y liarse a mamporros con la cantidad de maldad que tienen algunos en posición de poder.


 ¿Pero que puedo decir? El estado actual del mundo refleja la verdadera esencia del corazón humano. Cada vez se vuelve más gris y sombrío el planeta azul, y por desgracia nadie puede hacer nada para evitarlo. Y los que podrían obviamente no quieren, ya que les beneficia enormemente que el mundo se destroce. El dinero... sin duda es el octavo pecado capital de la humanidad. Yo no necesito dinero si tengo para comer y dónde dormir. ¿Para que mas?. Plantéese el lector que la lacra de la moneda sólo desaparecerá cuando una mayoría humana justa deje de usarla. Es entonces cuando los magnates poderosos se darán cuenta de que su enorme fortuna no es más que metal y papel impreso.
Y no tendrán nada...

 Pero son ellos los que han ideado el sistema. Tú y yo jugamos con sus reglas de juego. ¿Acaso los billetes del monopoly valen algo en la vida real? No, porque sólo sirven en el juego. El monopoly es ciertamente una acertada metáfora del mundo real. Ignora la moneda y el poderoso tirano dejará de poder comprarte.

 Claro, eso es fácil decirlo. Pero ¿Cómo va a ocurrir ese milagro?. Hasta los delincuentes que se saltan la ley juegan sin darse cuenta con las reglas del juego del poderoso: Roban dinero. No roban comida, no roban una casa, no roban un ordenador, no puentean la luz de las calles no. Roban dinero. ¿Cómo va a producirse un cambio tan enorme en la humanidad si hasta los delincuentes juegan bajo las normas establecidas?


 La única alternativa que yo veía era un milagro en forma de cataclismo. Sobran humanos, sobro yo y posiblemente sobras tu y otros cuantos millones más de nuestra ignorante especie. Un meteorito o que algún loco tirase la famosa bomba de fusión sería algo así como una bendición. De todos modos, no tengo prisa. La humanidad creará su propio meteorito y atraerá su drástica reducción o directa extinción tarde o temprano. Tan sólo lo lamento por el mundo, que irremediablemente será afectado. Pero el mundo ya sobrevivió a un meteorito del tamaño de la ciudad de Texas (extinción de los dinosaurios), asi que tampoco me preocupan en exceso las consecuencias para el mundo después de que desaparezcamos. Se recuperará.

  Quizá esta sea una entrada un tanto misantrópica, pero dígame el lector: ¿Acaso no somos nosotros una especie que odia fuertemente al planeta en el que vivimos? Somos la única especie de la tierra que odia su propio hogar y lo maltrata. Eso sí, hasta límites que no lleven su destrucción aparejada a la nuestra. Pero ahora yo te digo, querido lector, que igual que existen magnates de multinacionales a los que sólo les importa perforar la tierra para que la humanidad pueda seguir "evolucionando" (eso si, si de paso ellos se sacan un pellizco mejor que mejor), yo y otras personas en el mundo somos más de pensar que nuestra vida es sacrificio suficiente si con ella se reduce o desaparece la especie humana de nuestro bello planeta azul.


 Mi vida como vida de ser humano, es insignificante en comparación con la de nuestro precioso y magnífico planeta, un planeta que nunca hemos merecido. A una especie inteligente como la nuestra no se le puede dar un planeta colmado de recursos para que los desaproveche como le venga en gana, a una especie como la nuestra debería habérsele otorgado un planeta árido y de condiciones extremas. Así, quizá en ese hipotético planeta difícil donde las cosas no estuviesen ahí para cogerlas sin más, es posible que el afamado intelecto humano se dedicase más a crear y menos a destruir como en la tierra.



 A fin de cuentas no se puede destruir nada en un planeta destruído, ¿no?.

Un pequeño esquema del milagro que debería haber ocurrido el 21/12/2012.

martes, 15 de enero de 2013

Fractura Cardíaca


- Carta a un confidente anónimo, ya que los que podrían no quieren oírme:


 De un tiempo a esta parte, a veces uno se zambulle en la nostalgia del recuerdo sin percatarse de la realidad. Del aquí y el ahora. Y en su ilusión, aquella que se afana por recuperar (o puede que sólo por recordar), descubre que las cosas pueden haberse complicado. Así es, querido lector. No reniego de mi culpa, probablemente el año pasado antes de navidad sufrí una crisis sentimental que llevé de un modo discreto y personal. De alguna manera puede que dejase de querer temporalmente. A veces pasa, pero ahí está el esfuerzo por recordar y corregir nuestros errores. Puedo decir que vuelvo a amar, si. Con ganas, este 2013 empieza con ganas de amar. Muchas. Pero hay cosas que no cambian...

 Una amiga mía me dijo hace tiempo que de los problemas de una relación nunca hay un sólo culpable. Aún así, tonto de mi, me afano por reparar un fallo que no es sólo mio. Y la prueba la tiene el lector en este año, que mi propósito ha sido y es recuperar lo perdido, mientras que el de mi pareja es pasar más. Es horrible decirlo así, pero yo no soy de piedra y mi pareja es pésima a la hora de ser diplomática. De hecho, su idea de "pasar" dista mucho de poner excusas melosas y mantener el equilibrio adecuado entre sacar tiempo para ella y mantenerme enamorado. Más bien todo lo contrario.

Pero no quiero volver a pensar aquello.


 Así, me hallo en la tesitura de volverme a formular aquella pregunta tabú:
¿Cuanto aguantaré?.

 Soy una persona que aprecia los gestos. Pero más aprecio aún que se agradezcan mis gestos. De ahí que puedo decir que posiblemente esté saliendo con una persona desagradecida. Una persona a la que sólo le importa lo que se le antoje en este preciso instante. ¿Mis gestos? Ignorados. Me desenamoré de ella el año pasado en gran parte por este rasgo de su carácter, que me resulta muy difícil de manejar aún con ganas como estoy ahora. La falta de cuidado y delicadeza y la falta de memoria para las personas que te quieren. Ese rasgo, que puede que en algunos momentos comparta con ella, es algo que enfrió la relación más de lo que ni siquiera ella sabe. No quiero volver a aquello, pero me doy cuenta que ahora mismo ella tiene el carácter exacto para hacer que este 2013 vuelva a acabar igual que el 2012. Y no quiero...

 ¿Qué importa si en este momento no voy a clase? No es una persuasión válida decirme que quiere verme, a fin de cuentas ayer estuve en la puerta de su casa y la llamé al móvil. Y tuve que volverme a casa. Aún así no me enfadé en su momento. Puede que ahora me halla mosqueado su falta de tacto a la hora de tener en cuenta que ESO fue uno de los gestos que yo solía tener con ella y que trato de recuperar. Una persona agradecida al menos lo tendría en cuenta e intentaría quizá no ser demasiado dura conmigo. Pero eso a mi pareja no parece importarle. A ella sólo le importa el hecho de que no nos vimos, y tiene mil excusas para no coger el teléfono, pero ni un mísero ápice de comprensión por el esfuerzo de mi fracaso (porque si, yo quería verla).

 Pero eso sí, siempre hay algún rasgo negativo que resaltar en mi para excusarse. De toda nuestra relación lo más útil que ella ha sacado es una brillante colección de defectos míos, uno para cada ocasión en la que deba excusar su falta de comprensión. Siempre tiene palabras para elevar el tono de la conversación y propiciar su amada respuesta para este año: "Que mira, que paso..."

 Por supuesto, ella también tiene defectos. Al principio de la relación no los aguantaba nada bien, y de hecho se los echaba en cara cuando tenía ocasión. Ahora he aprendido a amar a una persona imperfecta. Ella por su parte (o así me lo parece) ha absorbido justo la enseñanza contraria. Ha pasado de amar a una persona incondicionalmente a usar sus defectos como parche para tapar los que a ella se le desbordan.


 Y si ahora mismo escribo todo esto aquí es porque realmente me importa. Me importa el camino que esta situación está siguiendo. Me importa que cada día que pasa me siento más incómodo. Me importa que una cara tan bonita se vaya cubriendo poco a poco de la suciedad que otorga el egoísmo y la falta de empatía. ¿Yo? Se supone que yo era el malo de la relación. Siempre me ha gustado ir de malo en todo. Pero ahora estoy cansado de que todo el mundo crea que así es, cuando internamente yo me siento muy desgraciado y dolido, cuando sufro de una fractura cada vez más sangrante en el músculo motor, cuando no todas las lágrimas reflejan el dolor más grande. Algunas personas sufrimos encerrados en nuestro silencio, y gritamos sólo en habitaciones selladas para que nadie nos oiga. Otras gritan y lloran ante cualquier problema.

 En mi tierra hay un dicho: El que no berrea no mama.
Pero a mi no me educaron para aplicarlo.


 ¿Qué camino debería seguir? Lo que si me enseñaron es que hay que luchar contra viento y marea cuando quieres algo. Puede que necesite más tiempo. Estoy corrigiendo muchas cosas: cortando discusiones, intentando complacerla en la medida que me es posible, en fin, cosas que van despacio.

 Pero es difícil. Es difícil ante una persona que te llama mentiroso sin venir a cuento, o que te dice que pasa sin que halla nada que lo propicie en la conversación. Es difícil hablar con una persona que te cuelga el teléfono cuando quiere, hallas terminado o no. Es difícil tratar con una persona a la que vas a visitar y sólo se fija en lo asqueroso que es que te hallas mojado los pies de camino, sin mirar el gesto. Es difícil.


Pero creo que lucharé aún un poco. Es mi propósito para 2013 a fin de cuentas, ¿no?.


viernes, 11 de enero de 2013

Cadena Perpetua



 Sobre un palo de su jaula, el ave posa el vuelo. Cansada del mundo, cansada de la vida, cansada de su eterno cautiverio. Un cautiverio que nació por descuido. No debería el ave haber sido tan descuidada, pensará el lector, pero hay trampas más sofisticadas que una simple red o un cebo...

 No sé que mueve al lector a seguir leyendo el blog de un alma marchita. Pero si es oscuridad lo que buscas, en estas nuevas entradas la encontrarás.


 El ave recuerda con nostalgia los años que pasó volando libremente. Recorrió prados de una belleza sobrenatural, sobrevoló los fríos lagos y las altas montañas. Paró a beber en alguna ocasión de los manantiales más puros, aquellos que no han sido tocados por la mano de la criatura humana. Sintió el calor de los volcanes y el magma fluyente, vivió tremendas aventuras de la mano de su propio instinto. Las selvas y los bosques le ofrecían alimento y cobijo, los altos árboles le ofrecían protección nocturna. Tal es la bondad de la madre de los seres vivos, la gran Pangea. Pero la madre fue esclavizada por la criatura humana, y pronto lo hicieron sus hijos: El resto de seres vivos.

 En primer lugar, espero que el lector comprenda que su comodidad, y la mía, se asienta sobre las almas de miles de seres que habitaron la tierra antes que nosotros, y que aún coexistiendo con nosotros sufren. El que no lo entienda ni es sabio ni merece estar aquí.


 Al ave sólo le queda dejar volar sus recuerdos a través de los barrotes de su jaula. Probablemente su plumaje fue demasiado bello, o tal vez su canto. Tal vez el infortunio se cruzó en uno de sus vuelos, el día de su captura no está claro para este animal. Comer, dormir, estar a salvo de los depredadores... es cierto que ahora goza de ello, pero a cambio ha entregado su propia libertad. La libertad de poder elegir donde dormir, la libertad de decidir qué comer, la libertad de ser presa incluso. ¿De qué sirve su habilidad para sobrevivir encerrada entre esos barrotes de triste bienestar?.

 No me gustaría tener mascotas, querido lector. En su día tuve pájaros enjaulados, y aparentemente eran felices porque nacieron entre esos barrotes, pero puedo asegurarle al lector que el día de sus muertes fui entendiendo poco a poco que ese no es lugar para un ser vivo. ¿Por que adoro los gatos? Porque los gatos son libres. Salen, cazan, corren... los felinos están adaptados al ser humano. Lo que dista mucho de otras mascotas, que simplemente son dependientes o esclavas del ser humano. Hay personas muy cercanas a mi que no distinguen esos dos conceptos, y eso me entristece enormemente.


 El ave mira con nostalgia entre los barrotes hacia una ventana. Ve el cielo azul, por el que solía volar, en el que solía extender sus alas ahora atróficas. Débiles. Desde que la capturaron, no las ha vuelto a necesitar. Sus cadenas son sólidas. Su añoranza es fuerte. El que se autoproclama como su dueño se acerca con más grano para su comedero. Y agua para su bebedero. Le silba en una lengua extraña, que no puede entender. Probablemente espere que el ave entone su melodía. Pídele a un músico que entone un bolero en el funeral de su propia libertad: Por más que lo intente solo emitirá un triste Réquiem, digno del enterramiento que es ahora su vida.

 Supongo que pensar así va en contra de mi futura profesión. ¿Qué tiene de malo? Sólo defiendo la libertad de los seres vivos. Particularmente los perros son una aberración de la madre naturaleza. Un lobo absolutamente perdido en la miseria. Apenas una sombra de su glorioso pasado como cazador, el perro es sin duda el mejor amigo del ser humano... claro, ha de serlo. No sabe vivir de otra manera. Es una especie resignada a su propia esclavitud, dentro de unos años las hembras humanas engendrarán cachorros. ¿No es aberrante tener animales como entretenimiento? Las casas humanas fueron ideadas para seres humanos. ¿Acaso las abejas o las hormigas domestican orugas para que sean sus mascotas?.


 Al ave le han comprado un compañero porque su dueño la veía muy triste. Un pobre animal en la flor de la vida, que ya nació en una jaula. El compañero le habla con entusiasmo al ave. Le pregunta acerca de las cosas de su cárcel. El ave emite un trino lastimero. El compañero nunca estuvo en libertad. ¿Es eso mejor? No, no lo es. El ave se plantea lo afortunada que es, ya que ella pudo sentir durante un tiempo lo que supone ser libre. Su alegre compañero nunca sabrá que hay más allá de sus barrotes, y eso la entristece enormemente. Quizá por eso es tan feliz en ese espacio minúsculo. Nunca aprendió a volar. Ni aprenderá. El ave no mejora. Más bien se entristece al comprobar lo que les depara a sus hijos si algún día los tiene. Una cómoda ignorancia al servicio de su carcelero.

 He tenido la fortuna de estudiar una carrera que, entre otras cosas, me ha enseñado que los animales no deben estar al servicio del ser humano. El ser humano es el tipo de especie despreciable que cree que el mundo está enteramente a su servicio. No quiero tener mascotas querido lector. Puede que el resto de mis congéneres crean que es necesario utilizar animales, pero yo al menos lo evitaré hasta donde sea posible si el fin es meramente lúdico. Para divertirme ya tengo las consolas, los paseos por el parque o los paisajes que ya me brinda la naturaleza. No necesito algo que me lama o me cante.


 El ave ha enfermado. Un humano de blanco la ha examinado, y le ha dicho a su dueño que no es una enfermedad, al menos no si consideramos la tristeza un sentimiento. En tal caso, el ave está enferma de nostalgia. El dueño se defiende, dice que su ave tiene de todo: comida, agua, tratamiento... que no le puede faltar nada. El ave observa con tristeza la discusión entre los barrotes. Si que le falta algo. Le falta la libertad de poder vivir su vida libremente. Pero la criatura humana está ciega. La criatura humana sólo comprende el bienestar del ave pasando por su propio filtro de bienestar previamente. El humano cree que el ave es feliz, solo porque el es feliz. El humano nunca podrá entender a su pequeño huésped, y cuando el ave piensa en ello, su mundo se llena de oscuridad. El ave suspira una última vez, y su mente se llena de recuerdos, de aquellos lugares que visitó, de aquellos olores que dejó de percibir, de la canción que entonaban los árboles del bosque, de la luna en la sabana... y, al final del camino, parece poder volar de nuevo. Pero ya nada es igual. Al final de sus recuerdos, de las mil imágenes, el ave se da cuenta que sólo hay un camino. Despliega sus alas como en un sueño, y atraviesa los barrotes para volar hacia el firmamento. Atrás queda una cáscara vacía, enjaulada, testigo mudo de su largo cautiverio. Y el alegre compañero comienza a comprender la verdad...

 Sirva esta fábula como expiación de mi propia alma, por haber consentido que una mascota entre en mi casa y haya muerto entre estas cuatro paredes sin conocer nunca por sí misma lo que hay más allá de la ventana. Sirva también a todas aquellas personas que tienen mascotas "falsamente libres" para comprender que para un animal, lo más importante es tener la libertad de elegir cuando hacer qué, sin cadenas, horarios o jaulas. Sin supervisación humana, simplemente porque en ese momento le apetece hacerlo.



 Quien tenga ojos que lea, quien tenga corazón que comprenda, y quien no esté deacuerdo que calle, no tiente al destino el lector escéptico, no sea que en otra vida sea mascota y otro dueño de su libertad. Cuidado con sus palabras...





martes, 1 de enero de 2013

Ad Libitum




  Querido lector. Desde hace un tiempo llevo barruntando una hipótesis acerca de la psique humana que creo bastante acertada. ¿Por que? te preguntarás. Me gusta entender a la gente. Ya sabes, a veces hay comportamientos que, por nuestra predisposición ética, educación o valores no compartimos, no podemos comprender o eventualmente incluso denunciamos. Así, para la mayoría de las personas no resulta nada agradable toparse con una persona que siga un "alineamiento moral" diferente.

 En este sentido, he intentado con el paso de los años identificar el comportamiento de los que me rodean en base a unos cánones un poco arbitrarios pero por ello más generales y fáciles de entender. Comprender situaciones incómodas que surgen a raíz de cosas que digo y que a los demás les resultan escandalosas. Pongamos por caso ayer en la cena:

- Hay un hombre que vive en una de las casas de mi abuela. Paga apenas 80 euros al mes, y probablemente destruyó el contrato para que mi pobre yaya no pudiese echarlo. Además, pincha farolas de la calle para "robar" literalmente electricidad. Vive el solo en todo el bloque de viviendas, sin embargo paga la 10ª parte del recibo porque afirma "que es lo que corresponde al gasto de su vivienda" (cosa que el lector podrá comprobar que es mentira, porque a pesar de tener 10 viviendas el bloque está solo). Curiosamente surgió el tema, y toda mi familia empezó a llamarle de ladrón para arriba. Pero he aquí, que en un momento determinado, hice yo un comentario jocoso a mi abuela acerca de que probablemente nosotros (sus nietos) probablemente le sobreviviríamos (vamos, que el tipo no iba a estar en esa casa eternamente). Y toda la familia sin excepción, especialmente mi padre, reprendieron el comentario como "fuera de lugar" o "tentación al destino"...

 Mi explicación es que posiblemente mis padres y yo, aún a pesar de compartir pensamientos negativos acerca de esa persona, tenemos diferente alineamiento moral.

 Quizá el comentario fuese algo bestia, pero no creo que estuviese fuera de lugar según mis principios morales. Recapitulemos, un ladrón que vive del cuento y aprovechándose de mi abuela (una anciana viuda), sale a debate. Todos dan opiniones negativas de el, de su falta de higiene, de lo bandido que es, y, en general, realizando comentarios de tipo hipotético (nadie ha entrado en su casa para ver si de verdad roba o si tiene la casa hecha una ruina). Yo realizo un comentario estadísticamente verificable (basado en el hecho de que todo lo joven en mayoria sobrevive a lo viejo). Y obtengo una reprensión no por la brusquedad del comentario, sino porque supone una "tentativa a la muerte". Se supone que si me pongo en la posición moral de mis padres, diciendo cosas así atraigo la mala fortuna sobre mi. Yo me decanto a pensar que más bien creo la posibilidad de que la vida me sea irónica, no directamente me condeno a morir joven. De ahí mi sorpresa e incomprensión posterior...


 Como puede ver el lector con este ejemplo, está claro que cada ser humano responde a un alineamiento determinado. Yo con el tiempo y con muchas experiencias y pensamientos he acabado por diseñar tres pares de alineamientos morales para las personas del mundo, combinables con la otra mitad pero no entre ellos. Reconozco que los juegos de rol me han ayudado a diseñar este pensamiento, al ser tan curiosamente acertados para esto de las inclinaciones morales de una sociedad o un colectivo:

 - Así yo diría que existen 3 alineamientos morales con los que la gente suele identificarse en relación a su modo de actuar, como son el Orden, el Caos y la Neutralidad.

- Por otro lado, tenemos 3 alineamientos morales con los que la gente se suele identificar en relación a sus motivaciones (ética), que son el Bien, el Mal y el Relativismo.

 Explicando un poco todo esto, estos dos grupos de tres son combinables entre si. Cada persona se rige por la combinación de dos de estos alineamientos morales, pero nunca del mismo grupo. Esto es, puedes ser una persona malvada con tendencia al caos, pero nunca una persona ordenada y caótica al mismo tiempo.

- Digamos que las personas que actúan regidas por principios ordenados tienden a ser metódicas y a respetar las normas sociales, en tanto que las caóticas tienden a anteponer la libertad individual que poseen a las leyes morales de la sociedad en la que viven. Las personas que actúan neutralmente suelen regirse de manera ordenada, pero si en algún momento tienen que violar algún principio moral que les perjudica no dudarán en hacerlo.

- Por su parte, las personas bondadosas siempre anteponen el bien de los demás al suyo propio, de manera altruista, en tanto que las personas malvadas tienden a anteponer sus propios fines a los del colectivo, aún si con ello dañan a muchas personas. Las personas relativistas dependen del momento para respetar a los demás o no, todo dependerá si con ello obtienen un beneficio personal. La diferencia entre el relativista y el malvado es que este último no tiene reparos en dañar a los demás para alcanzar sus fines, en tanto que el relativista evitará hacerlo si posee una vía alternativa para lograr sus fines sin hacer daño.


 Hasta donde me he encontrado, todas las personas del mundo pueden ser encuadradas en una de estas 9 combinaciones de principios morales sin excepción. Véase, estas:

- Bondad y Orden: Personas altruistas que viven respetando las normas sociales establecidas. Se ajustarán si les es posible a lo mejor para todos (justo).
- Bondad y Caos: Personas rebeldes que actúan guiadas por su propia conciencia.
- Bondad y Neutralidad: Personas que siguen sólo las normas justas. Buscan el bien mayor.

- Relatividad y Orden: Personas que siguen ciegamente las normas sociales (buenas o malas). Nunca cuestionan la norma impuesta (simplemente juzgan).
- Relatividad y Caos: Personas que rechazan las normas y actúan a conveniencia personal.
- Relatividad y Neutralidad: Persona moderada que ve cualquier extremo como peligroso.

- Maldad y Orden: Personas metódicas que aplican las normas más crueles en su beneficio.
- Maldad y Caos: Persona malvada que actúa instintiva y destructivamente (psicópatas).
- Maldad y Neutralidad: Personas que adaptan sus actos al egoísmo personal (criminales).

 En general todo el mundo se ciñe a una de estas combinaciones con mayor o menor acierto, de ahí que muchas personas no estén deacuerdo a veces a pesar de que ambas defiendan unas normas que consideran justas, o que creen que son lo mejor para todos. Ampliando el sentido de todo esto, es mucho más probable toparse con una persona que no entiendas a una con la que te compenetres a la perfección. Siempre hay roces, aún entre personas buenas. No hablemos de las personas que son relativistas o neutrales, ya que las posibilidades en este sector se disparan...

 Y esta es la parte en la que yo paso a explicar porque a veces siento que la gente tiene algo contra mí: Según este estudio, yo pertenecería al sector de Relativistas Caóticos.


 Es totalmente cierto, no me considero una persona buena ni mala, pero desde luego siento una gran aversión hacia toda norma que me venga impuesta, especialmente aquellas que me perjudican o me resultan injustas. Por ejemplo, al no ser una persona malvada, intentaría no dañar a los que me rodean o incluso ayudarlos siempre que con ello obtenga algo (sea satisfacción moral, prestigio, etc.), pero desde luego tiendo a no seguir unas normas fijas y tampoco me gusta ayudar a todo el que me encuentro por la calle.

 Entiendo que eso me hace actuar a veces mal, decir "salvajadas" como la de ayer, y no siempre ser una persona predecible o fácil de entender. Pero para mi es cierto que si una persona como el bandido ese que anda aprovechándose de mi abuela es eso, una persona que considero malvada, no tengo reparos en afirmar que estaría mejor muerta (simplemente de viejo, no deseo que lo maten). Eso para una persona más bien Bondadosa y Neutral como mi padre, es una salvajada. ¿Por que? Pues porque el se rige por la máxima de no desear el mal a terceros. Aunque no le agraden sus actos, no adopta pensamientos radicales y caóticos como yo. Mientras yo soy una persona con un concepto del bien y del mal relativos, que en muchas ocasiones afirmo lo que se me viene a la cabeza (aunque esté fuera de la ley o sea malvado), mi padre puede opinar cosas fuera de la ley si no le parecen justas, pero nunca afirma pensamientos malvados (porque se rige por una ley moral de bondad muy fuerte, no desear el mal ajeno ni siquiera mencionándolo).

 Es una de las razones por las que chocamos tanto. El me afirma que soy una persona muy extremista (lo cual es cierto), y probablemente de manera interna dude de mi moralidad. No está muy equivocado, ya que efectivamente no aprobar las normas que aprueba la mayoría me hace extremista, y pensar que las cosas son buenas o malas dependiendo de la situación me convierte en un relativista moral, cosa que en tiempos ya me afirmó mi profesora de filosofía que podía ser muy peligroso, para mi y para los demás...


 ...pero de momento lo llevo bien. Mi dudosa moralidad sólo se plasma en palabras u opiniones crueles de vez en cuando, y el tema de que no me gusta que me impongan restricciones simplemente me hace ser algo más rebelde de lo normal en casi todos los aspectos de mi vida. Saliendo de ahí, nos va bien a mi y a los que me rodean.


 Conozco a muchos tipos de personas, pero es difícil para mi encontrar a muchos completamente buenos o completamente malos. Lo normal que suelo toparme es gente neutral o relativista, alguno bueno de vez en cuando, pocos malos (aunque si que me he topado en mi vida con gente realmente enferma), y de vez en cuando alguien igual que yo. Pero normalmente no me llevo muy bien con esas personas.

 Aunque el hecho de ser como yo tiene el gran e impagable beneficio de la autocrítica. Por decirlo de un modo gráfico, no estoy conforme ni conmigo mismo. Mis actos siempre los acabo cuestionando. Siempre pienso si he obrado mal o bien, si me he equivocado o si podría mejorar algo. Y eso es bueno hasta donde yo concibo la bondad...



 Y ahora sólo queda al lector intentar asimilar esta entrada, quizá sentirse identificado... no sé. Dejo abierta la cuestión: ¿Cual crees que es tu alineamiento social?

Es bueno reflexionar sobre ello a veces.