Cuando algo muere, algo nace... asi funciona este ciclo inevitable: El colectivo es eterno; el individuo, mortal.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Ángeles Caídos


- Vivimos en un mundo donde la pureza ya no existe. Ideales como el honor, la lealtad y la valentía se han perdido, mucho me temo que para siempre. Puedo sentir cuando una persona es mezquina tan sólo cruzando dos palabras con ella. Y, cuando descubres algo así, es una sensación insoportable. Odio la cobardía como el mal mayor, es aquel que empuja al deshonor, y este a la deslealtad. En conclusión, hacen de ti el maligno perfecto.

Existen dos tipos de maldad a mi juicio: Aquella que tu solo te buscas empleando malas artes sin motivo, y aquella que nace del odio a las malas acciones de los demás. Nunca dije que no fuese una persona perversa, pero cuando mi maldad se deja ver, comprobará el lector que procede de un profundo odio a toda la impureza que se respira en el mundo. La energía negativa, tengo el don de sentirla y acumularla, cuando algo no va bien, siempre me doy cuenta...


Esto me confiere también algo que nunca conté a nadie, y es que creo poder sentir a entes no materiales cuando están cerca. No los veo, al menos no de momento, ni puedo comunicarme con ellos, ni siquiera podría asegurarte a cuanta distancia están... pero si que puedo sentirlos.


Ahora escucha mi historia:
Durante bastante tiempo estuve llevando una vida metódica para poner mi mente y mi cuerpo en consonancia con mi espíritu, mediante el deporte físico en condiciones extremas (en algunos casos al borde de la muerte por agotamiento), combinado con sesiones de meditación para ponerme en contacto con mi yo interior, con mi propia energía. Tras una vida llena de curiosidades que me empujaban a introducirme en artes oscuras (llegué a practicar rituales de magia con fines perversos, lo que se conoce como magia negra), particularmente la magia negra zodiacal o animista, ya que el círculo que hay que dibujar cambia según el tipo de magia empleada, siempre como fondo el pentagrama, la estrella arcana de 5 puntas.

Pero me interesé tanto por hacer daño, que dejé a un lado los fines puros. Intenté curar el cáncer de mi abuelo, o al menos aliviar su sufrimiento, mediante la técnica conocida como "Imposito Manus" (imposición de manos), en su último día de vida, sin que nadie me viese hacerlo. La tarde de ese mismo día falleció, desconozco hasta qué punto soy responsable de su muerte, o si simplemente la coincidencia fue producto del azar. Si puedo decir que, cuando entré en la habitación esa mañana, antes de su muerte, y realicé el sencillo ejercicio espiritual, sentí la más negra de las presencias que haya sentido en mi vida, una oscuridad que inundaba toda la habitación y me daba realmente miedo. Lo que sentí esa misma tarde allí, cuando mi abuelo aún respiraba, creo que fue la energía de la propia muerte, pues era fría y me hacía un nudo en el estómago. El aire de la habitación estaba anormalmente frío para ser agosto de hecho.

Fue abandonar la habitación para irnos a comer, y esa misma tarde cuando mi madre volvió para seguir atendiéndolo lo encontró inerte. Es cierto que estaba tomando un tratamiento para acelerar la muerte a esas alturas, y el mismo se había enterado de lo que tenía y había perdido las ganas de vivir... pero siempre tendré la duda de si fue mi vano intento por ayudar lo que dió el último empujon al proceso. Nunca se lo he contado a nadie, mi familia es muy estricta respecto a temas ocultistas (como una buena familia católica creyente), y consideran cualquier fenómeno paranormal en ciertos momentos como una falta de respeto. Lo dejé pasar...

Pero nunca he olvidado esa sensación, porque sé que algún día pasaré por ella. Mi último día.


Siguiendo mis propias cábalas, averigüe algunas cosas. La magia requiere de la voluntad. Un buen mago es aquel que posee una alta voluntad para manejar materia y espíritu. La máxima del mago negro es que, si tu alma realmente lo desea, el poder se doblegará ante tu voluntad y las suposiciones se harán reales. Mi entrenamiento posterior con el que adelgacé tuvo dos metas desde este punto de vista, alcanzar una mayor voluntad de poder y un mayor dominio de mis impulsos, y purificar mi cuerpo y mi alma para al menos dejar limpia mi conciencia.

Me di cuenta que ni siquiera la magia negra está a espaldas de los entes superiores, llámese Dios o Satán, y que para entenderla también se debe conocer la magia blanca. No fui capaz de realizar una simple imposición de manos porque mi voluntad era débil. No era puro de corazón.


Hoy por hoy sé que mi voluntad es fuerte. Mi reciente entrada al mundo del amor me ha debilitado la voluntad, no sé si será por culpa de esta Acuario, o si las demás tuvieron que ver. Desde luego ya hubo otra Acuario en mi vida y si que destrozó la poca voluntad que tenía por aquel entonces. También hubo una piscis que aún añora el calor de este Aries. Y una Sagitario con la que no funcionó (a pesar de lo que los signos predicen). A la Libra ni la menciono...

Espero que sólo fuese el principio, desde luego a día de hoy veo que cada vez tengo menos "necesidad" del amor, aunque no me desagrada cuando puedo sentirlo cerca, pero tal como es a distancia prefiero mantenerme frío para tener la cabeza en otras cosas. Es mejor así.


Volviendo a lo anterior, me repugna la cobardía de algunas personas, especialmente aquellas cercanas a mi. Las que no tienen confianza conmigo o están enemistadas si que las prefiero cobardes, ya que es un gran mal que hace impuros sus corazones. Y debe ser erradicado.

Odiaría tener que erradicar a gente cercana por su cobardía, pero si así ha de ser no habrá dudas en la hora crucial. La lanza que empuño desde hace tiempo posee un odio acumulado hacia el deshonor y la deslealtad que la hace mi arma más poderosa. En otra época fui un caballero de brillante armadura al que el amor volvió oscuro. Me ha costado limpiar mis blancas alas del negro tizne de la impureza, y un día sobre la tumba de aquel que pretendí salvar, juré que nunca dejaría que nadie volviese a tiznar mis alas jamás. Si quieren caer, lo harán solos, y lejos de tenderles una mano más bien les tenderé la punta de la espada para que su caída sea mayor.

No me importa quienes sean o lo mucho que haya querido o amado a esas personas en otro tiempo, no hay mayor voluntad que la del que ha caído y decidió levantarse de sus propias cenizas, como un fénix. No son más que ángeles caídos, y no me arrastrarán nunca mas, sea quien sea...