Cuando algo muere, algo nace... asi funciona este ciclo inevitable: El colectivo es eterno; el individuo, mortal.

domingo, 3 de abril de 2011

Ángelus


Dias... los dias pasan, lenta e inexorablemente hacia un destino incierto. Somos presos de nuestro destino, discípulos del tiempo, que siempre mata a sus pupilos. Sueño con el día en que pueda liberarme de todo lo que atormenta mi alma, desplegar unas alas inmensas y azules como un océano de estrellas y constelaciones, lanzarme desde la cumbre más alta del universo y volar suavemente, como una brisa matinal, hacia un horizonte de colores anacarados y celestiales que brillan con más fuerza que el oro blanco.

Sueño con el día en que todos podamos desplegar nuestras alas y volar juntos hacia una meta común, un fin de los tiempos que no implique la desaparición de nuestra misma esencia. Sueño con el pico más alto de la tierra, entre nubes blanquecinas, sentarme en el más escarpado de sus bordes y meditar sobre algún lugar que no conozco...

Sueño con el día en que nadie sufra sin razón, en que los sentimientos sean tan puros como la inspiración que los suscitó. Sueño con el día en que todos podamos decir la verdad, en que nadie actúe por maldad, o quizá por diversión, buscando tan sólo hacer daño a los demás. Sueño con el día en que nadie tenga como afición destrozar amistades propagando vagos rumores que se invente, o separar parejas por afán de protagonismo. Sueño con el día en que los demonios no se escondan bajo las facciones de una cruel súcubo que sólo busca hacer daño, tal vez sin darse cuenta... o eso quiero pensar yo.

Sueño con un amanecer en que todos seamos puros, en que la vida no se confabule contra las cosas bellas para intentar por todos los medios destruirlas, aunque en última instancia no lo consiga. Sueño con poder confiar en todas las personas que algún dia pusieron algo de cariño en mi, de uno u otro modo. Todas sin excepción, aunque ahora sea difícil...

Sueño con una revolución angelical en que todos nos volvamos mucho más sabios, y en la que no tenga que odiar a nadie, ni enfadarme con las personas que más quiero en este mundo, sólo porque ellas me dieron pié a mostrarles un poco de mi maldad, esa que tanto odio, la que anida en el más cruel de los pantanos de mi alma, un lugar tan oscuro que la luz desaparece al adentrarse en él: Allí donde se aloja todo aquello que odio de mi, conteniéndolo con todas mis fuerzas. Pero la vida se está confabulando contra una historia preciosa, y no voy a permitir que sea destruida, aunque para ello tenga que caer del Edén como un ángel de alas tiznadas al que le fué arrancada su bondad y persuadida su voluntad para hacer el mal. Un ángel caído que empuña la lanza del rencor más absoluto...


Quiero desplegar mis alas y volar, para nunca mirar atrás.

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